Capítulo 29

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Jeongin conoce a Hwang Christopher una semana después de la pequeña, eh, escena que tuvo con Hyunjin, (y miren que dos días disfrutó de tocar su cuerpo, pero todo hubiese sido distinto si otras manos hubiesen estado ahí) y es que el hombre es imposible de ignorar. Sus facciones afiladas, una mirada penetrante que parece dedicarse a analizar o estudiar todo aquello que se mueve, incapaz de quedarse quieto por demasiado tiempo. El porte que tiene cada que camina, como si en su cabeza no dejaran de pasar pensamientos de que es mejor que muchas de las personas que conoce.

Bueno, piensa Jeongin, al parecer esa característica corre por la sangre Hwang.

Al menos el tipo no entró a su departamento en la mañana para encontrarlo sentado en su sillón leyendo una de sus revistas. Como Jisung.

Más bien en una cafetería. Mientras se reunía con Beomgyu. Maravillas, maravillas, malditas maravillas de la vida. Claro que no lo reconoció hasta que el tipo se dirige hacia su mesa con café en mano, una pequeña bolsa en la otra (lo que le indica a Jeongin que se compró algún pan) y con expresión atenta. Tanto Beomgyu como él dejan de hablar de inmediato, la curiosidad ganándoles a montones.

La esencia lo golpea con fuerza. Alfa. Beomgyu le da un golpe con el pie por debajo de la mesa, que infantil, y él se queja por lo bajo.

—No sabía si debía de acercarme al saber que tienes compañía— espeta, su voz mucho más ronca a comparación de Jisung. Sus ojos se posan curiosos sólo por un momento en Beomgyu —pero al final decidí que lo mejor sería presentarme. Hwang Christopher, ejecutivo principal de comunicaciones en la empresa. —

Hwang Christopher no extiende la mano ni tampoco intenta disculparse por interrumpirlos tan de pronto. Los modales son, ah, a quién engaña. Eso a él no le importa.

Pero claro que a Beomgyu, rey eterno del drama innecesario, parece que sí.

Porque las feromonas protectoras que suelta (típico de los alfas que piensan que están en peligro) son tantas que incluso él tiene que arrugar la nariz. Si Hwang Jisung apareciera por esa puerta, Choi Beomgyu, alfa respetable y con una inteligencia de admirar, saldría corriendo despavorido de la cafetería mientras llora con todo lo que puede. Pero ahora parece olvidarse que Christopher le ganaría en fuerza.

Qué tontito su amigo. Lo adora. (Y qué bien que tenga en mente que los omegas pueden ser peor, maldición. Muy bien.)

—Choi Beomgyu— contesta por lo bajo —¿Cómo lo reconoció? —

Christopher le dedica la misma sonrisa que parece correr por toda la familia, esa que significa eres un poco tonto, vamos a divertirnos contigo.

—Se casó con mi sobrino hace poco menos de una semana, además de que es el hijo menor de los Yang, con quienes no tenemos la mejor de las historias, responde, ni siquiera inmutándose que un alfa menor que él le falta el respeto, Christopher se encoge de hombros —Cualquier persona le reconocería en la calle. Por cierto. Un gusto, Beomgyu. —

Christopher le da un sorbo a su café, la bolsa que llevaba en su mano reposando con cuidado en la mesa. Jeongin logra oler a un omega en él y divisa la marca roja sobre su cuello, Alfa Marcado y si su olfato no le falla, con un bebé. Parpadea unas cuantas veces con curiosidad, y Beomgyu también, aunque por diferentes razones.

Lo ve acomodarse en la silla para abrir la bolsa, sacando un pan que, siendo honestos, a Jeongin se le antoja demasiado. Cuando Christopher le da la primera mordida en silencio, encontrando su mirada con la de él, sonríe.

—Lo hueles en mí, ¿no? — cuando Jeongin sólo alza una ceja, Christopher continúa —a mi pareja, Seungmin—

Jeongin sonríe de lado al lado.

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