Capítulo 6

166 15 3
                                    

((PEDRO))

De los ojos más bonitos que había visto en mi vida, éstos eran un par de esos.
Eran claros, tenían un perfecto degradé de miel y verde, sus pestañas largas hacían juego y un bulto se asomaba por encima de su ceja.

— Creo que se está poniendo feo. — Logré decir al notar el color rojo del golpe.

— No es para menos, casi me desfiguras la cara. — Respondió ella mientras intentaba ponerse de pie.

— ¿Se encuentra bien señorita? —  intervino el portero acercándose a ayudarnos.

— Si, no se preocupe. –— contestó mientras se soltaba bruscamente de mi agarre.

— ¡Oye! ¿Que te pasa? Deberías estar agradecida. — Me estaba empezando a fastidiar.

— ¡Claroooo! Mi error. Gracias pedazo de imbécil por el golpe y el chichón gratis, lo necesitaba tanto.

— ¿Cuál es tu problema? Estoy tratando de hacerme responsable por lo que te causé y una rabieta de niña de 10 años es lo que das.

Habíamos empezado una discusión en la recepción del condominio y solo podía pensar en una cosa. ¿Cómo carajos terminé cediendo a tener una discusión con una niñata?

Ya había dejado de escuchar lo que decía así que solo empecé a caminar en dirección el ascensor dejándola ahí con su drama innecesario.

Una vez había llegado a mi piso, salí del ascensor caminando a mi departamento y pude divisar a dos chicos discutiendo en el pasillo ¿Es que acaso el día iba a empeorar?

"Que pesados" dije en mi mente al pasar frente a ellos, pero al parecer lo dije en voz alta.

— Mal momento para querer empezar una bronca, vecino. — respondió el más alto de éstos dos  haciendo énfasis en la palabra vecino, lo ignoré por completo.

Entré a mi lugar decidido a quitarme todos los enojos con una ducha fría y un pequeño descanso.
Tenía que volver al restaurante y no quería problemas con alguno de mis empleados.

Luego de haber tomado un largo baño, me envolví en la toalla y decidí salir a la mini terraza y fumar un cigarrillo.
Estaba disfrutando la calma que mi departamento me daba y los "malos hábitos" que nunca dejé.

Miré hacía un costado y me percaté de la mini terraza de dos departamentos más allá del mío.
Y ahí estaba la del portazo, con cabello mojado, un vestidito blanco suelto que le llegaba a medio muslo y un cigarrillo.

No parecía medir más de 1.70 metros, quizás un poco menos, pero era la primera vez que veía sus piernas algo descubiertas y parecían ser un largo camino por el qué que quisiera andar.

Empezé a inquietarme y la duda me invadia de que tan buena sería ella en la cama, con aquella inquietud quería llegar una erección.

No podía negarlo, la chica era preciosa.
Y a mí me encantaba el sexo y si pensaba en ella, claramente era para coger y ya.

La miré por algunos segundos, de esos segundos largos que parecían minutos que cuando me llevé el cigarrillo a la boca, éste se había consumido por completo.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora