Capítulo 54

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((PEDRO))

—¿Y Cómo está?.

—Bien.

—Me alegra.

—¿Tú?— me encogí de hombros sin saber que responder —¿Puedo saber en qué terminó?.

—Se firmó el divorcio sin opción a reclamar nada. No la volveré a ver a ella ni al niño.

—¿Y con los otros?.

—Estan siendo enjuiciados. Jesse fue destituido de sus labores mediante una notificación de la Corte Suprema y apelan a los ocho años de cárcel.

—¿Y Lucien?.

—Veinte años —el chico me miraba atento. —Hice lo que estuvo a mi alcance.— sonrió . —De todas formas quería expresar mi sorpresa al ver que postulaste a la vacante.

—Dass y yo nos quedaremos un tiempo en Madrid así que... — se puso de pie —¿Por qué no?

—Simon se encargará de los contratos y Atenea del uniforme y demás— me levanté de mi asiento y extendí la mano hacia él —Bienvenido, Aidan.

—Igual me la debías— divertido aceptó mi mano estrechándola sobre el escritorio.



Un avión y ocho horas después, había llegado a Salerno.
El vuelo nocturno me cayó de maravilla permitiéndome dormir profundamente y sentirme tan descansado que opté por rentar un auto por los días que estaría de visita.

El sol de la tarde se sentía diferente con la brisa del Mar Tirreno y los paisajes de la ruta. Manejé por toda la costa hasta llegar a mi último destino, Praiano.

Estacioné el descapotable y me quedé observando la propiedad que compré tiempo después de que Olivia me había dejado.
Pasé veranos en aquella casa tratando de olvidar cualquier recuerdo de aquella mujer, Pero no fue hasta ese día que realmente me senti liberado de cualquier vínculo que me atara a ella.

—¡Pedrito!— giré sobre mi hombro al llamado.

—¡Eva!— saludé extendiendo los brazos en su dirección.

Una mujer cerca de los treinta años, cuidó de mí y de mi hermana menor cuando éramos muy pequeños luego de la muerte de mamá.
Cuando tomé la decisión de viajar a Madrid para ser chef, Eva se quedó con mi hermana y cuando fue su turno de alzar vuelo, Eva se fue con ella.

—Tenia mucho sin verte— Dijo estrechándome en un cálido abrazo —desde que tuve que venir a limpiar tu desastre alcohólico la última vez.

—¿Que haces aquí?— pasé mi brazo sobre sus hombros caminando por el pequeño jardín en dirección a la casa —Lux no debería dejar que sigas limpiando.

—No lo hago yo, pero si superviso a las personas que lo hacen. Yo solo me encargo del jardín.— sonrió mirándome hacia arriba notando las prominentes arrugas en su rostro. Eva rondaba ya los sesenta años.

Crucé el umbral de la puerta principal y la brisa fue perceptible.
Los ventanales completamente abiertos y las cortinas corridas a los costados me permitieron ver cada rincón del gran salón que estaba compuesto por la cocina abierta, el comedor y la sala de estar.

Olía y se sentía totalmente diferente que la última vez.

Dejé mi maleta sobre uno de los sofás y salí por el ventanal central hasta llegar al balcón. Se podía apreciar perfectamente el mar azul juntandose con el cielo y los yates quietos sobre el agua.
Una parte de mí había extrañado ese lugar.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora