Capítulo 28

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((PEDRO))

Los días transcurrieron  y no hacía más que pensar en Penélope. Para mantenerme concentrado tenía que ignorarla en el restaurante y evitarla en el edificio, y ambas me mataban por dentro.

No daba crédito a la razon porque no lograba entender que pasaba conmigo. No había Sido gran cosa lo sucedido, o al menos eso era lo que me repetía para no darle más vueltas al asunto y aceptar que me había empezado a gustar.

Cómo de la nada había llegado y de un momento a otro, sus ojos me convertían en su esclavo, no quería dejar de mirarlos... De cerca.
Cómo la inocencia que brotaba del rubor de sus mejillas me incitaba a corromperla. Se que no era una adolescente, pero yo le llevaba muchos años por delante, y me castigaba a mí mismo por eso.
La amarga sensación que me despertaba verla de besos con el británico aquel, no podía existir. No quería, no debía, no podía.

Ella no era mía, nunca lo ha sido.
Entonces ¿Por qué me quemaba la piel el hecho de que no lo fuera?
La respuesta era sencilla: no debo, no puedo.
¿Yo quería? Totalmente.

Ninguna de mis emociones desesperadas iba a a desaparecer solo pensando en ella, tenía que dejar de pensar en ella.

—Pedro, no si quiera me has tocado desde que llegué— la voz de Nina me trajo a la realidad —¿Que pasa?.

—Lo siento, estoy un poco...— Nina se abrió paso sobre mi sentándose a horcajadas.

—Distraído. Lo noto.

—Iba a decir tenso, pero acepto tu opción.

—Pues, para eso estoy aquí ¿No?— los largos y delgados dedos de rubia desabrocharon los botones de mi camisa y sus manos paseaban sobre mi pecho. Era una mujer muy atractiva y sexy, cualquier hombre podría ceder ante ella, pero esa noche mi cuerpo no respondía a su toque.

Dejé caer mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos e intentar concentrarme en aquel momento.
Sus frías manos subieron por mi torso hasta llegar a mi cuello y junto con éstas, su boca impactó mi piel.
Sentía los melosos labios cubiertos de brillo labial, sobre mi quijada subiendo hasta los míos, creando un hambriento beso, al cuál respondí segundos después.

—Tócame, Pedro— susurró sobre mis labios —No traigo bragas, como te gusta.— Alejé mi rostro del suyo al escucharla. Lo que se suponía que me prendería como un animal, me resultó confuso. Detallé de cerca como la seguridad de sus palabras se esfumaba y se convertía en incredulidad al verme inmóvil, sin que me causara algo. Penélope se dibujó en mi mente, ella y la sorpresa de encontrarla sin ropa interior esa noche. —¿Estás bien?.

La hice a un lado suavemente y me levanté hacia la cocina. Estaba actuando como lo que detestaba, como un adolescente, pero al parecer ese era mi hobbie últimamente.
Tomé con desesperación un poco de agua tratando de calmar mi mente y sacar a Penélope de ésta.
La rubia apareció a mi lado y sin previo aviso posó su mano en mi entrepierna y sin dudarlo, la retiré.

—Nina, creo que será mejor que te vayas.

—Lo que creo es que no te estás concentrando lo suficiente, déjame ayudarte.— Sus manos bajaron la cremallera de mi pantalón y lentamente se fue poniendo de rodillas sin cortar el contacto visual.

La relación que había creado con Nina en el último año y un poco más, fue clara desde el principio. Sexo sin comprometer emociones.
A pesar de que la rubia en repetidas ocasiones intento algo más allá, nunca lo permití y ella accedió continuar con lo establecido. Luego de lo sucedido con Tamsin, quedé dañado, bloqueado para sentir. Me convencí de eso por tanto tiempo que me resultaba difícil de procesar las emociones que Penélope despertaba en mí.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora