Capítulo 15

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((PENÉLOPE))

Lucien estaba sentado frente a mí en la mesa que había preparado, era una cena para dos.
Nos separaban unos platos vacíos, una botella de vino blanco a punto de terminar y una conversación bastante intrigante.

Su tiempo por República Dominicana y la exnovia que ese país le dejó, sus días en Madrid y "El Viejo Inglés" del cuál era dueño, fue lo que más me llamó la atención.

-¿Y ella quien es?.

-Es mi hermana, pero no nos llevamos muy bien del todo.

-Pero parecía preocupada cuando salió por ti.

-Por supuesto. Le preocupa que en algún momento le diga que ya no quiero que trabaje en la cafetería.

-Pero... ¿Por qué harías algo así?

-Porque es mi cafetería. Me costó abrirla y ella cree que porque trabaja ahí puede manejarme o manejar mi dinero. Siempre quiere decirme que hacer y como hacerlo, es mi hermana mayor pero eso no le da derecho a nada. Dentro de la cafetería es una trabajadora más.- para este punto Lucien ya hablaba con un tono de voz un poco elevado y caminaba de un lado a otro.
Permanecí sentada esperando a que se calmara, pero lo único que pude conseguir fue ver cómo empezaban a temblarle las manos y una ansiedad creciente en mi por querer ayudarlo.

Me levanté de mi asiento y caminé hacia él pasando mi mano por su espalda, haciéndole saber que estaba ahí para él siempre que necesitara hablar con alguien.
Éste, la sentir el contacto, se giró hacia mi tomando mi mano y dándole un pequeño beso.

-Disculpame, hay cosas que me enojan mucho, pero mejor no hablemos de ellas. ¿Quieres otra copa? Puedo abrir otro vino.- dijo el moreno acelerando un poco las palabras y caminando hacia la cocina.

-No creo que sea buena idea, Lu. Mañana tenemos clases en el instituto y ya es un poco tarde.

-Quédate, por favor.-Sus ojos me decían que no quería estar solo, pero algo muy dentro de mí me decía que irme era lo mejor.
Podía entenderlo un poco/mucho, era un hombre en un país ajeno queriendo cumplir sus sueños, extrañar a quien él consideraba familia y una ex novia que simplemente decidió sacarlo de su vida un día que ella encontró a otro extranjero con más dinero que él.- No tenemos que dormir juntos si es eso lo que estás pensando.

-No era lo que estaba pensando - reí.

-¡Vamos! Di que si. Puedo dormir en el sofá si te sientes incómoda o...

-En otro momento Lu. Anoche no dormí en casa y no quiero que...

-Lo sé- lo miré confundida. No recuerdo haberle contado dónde pasé la noche.-Lo sé...- éste carraspeó un poco -Digo que lo sé porque me refiero a que entiendo por dónde quieres ir, no querer que tus amigos piensen algo malo y así.

Lo miré un poco incrédula, pero si, a eso era a lo que me refería.

Lucien se opuso a que me vaya en Uber así que me dejó en casa él mismo.
El camino estuvo muy tranquilo y nos hacíamos bromas entre tanto y tanto.

-Gracias por la velada, hermosa. La pasé muy bien en tu compañía.- dijo el moreno volviendo a besar mi mano, podía asegurar que cuando tenía ésta clase atenciones conmigo sentía como el corazón se llenaba de algo que no podía ponerlo en palabras.

-Gracias a ti por todo.

Me acerqué a darle un beso que claramente iba a ser en la mejilla, pero él fue más rápido y en un movimiento nuestros labios se juntaron.
Al primer momento, bajo la sorpresa me quedé estática, pero segundos después respondí.
El beso era lento y suave, pero una vez que su mano me ajustó de la nuca, éste se iba haciendo un poco más intenso.
Pensaba en lo que Aidan siempre me decía "Te come con la mirada", pero ahora sentía que su boca quería hacer lo que sus ojos decían.
Lucien era muy guapo y divertido, teníamos mucha química y nos entendíamos bien, pero había algo que no terminaba de encajar. Algo no se sentía bien del todo. Por momentos lo sentía un poco... Invasivo.
Me aparté de él cuando sentí su lengua queriendo irrumpir en mi boca, no estaba molesta, pero sentía que no estaba segura de hacerlo.

Lucien esperó por mis palabras, pero solo sonreí y me bajé de su auto.
Entré en el edificio sin mirar atrás cuestionandome si lo que estaba permitiendo estaría bien.

Ingresé al departamento en completo silencio notando que todo estaba apagado y que mis amigos dormían para dirigirme sigilosamente a la terraza y encender un cigarrillo.
Los únicos momentos que podía encontrar para fumar eran estos, en los que tenía que hacerlo a escondidas. Parecía una niña de 10 años agarrando el maquillaje de su mamá con miedo a ser descubierta.

Sentí como la primera bocanada de humo expulsado se llevó la ansiedad que empezaba a sentir por darle tantas vueltas al beso con Lucien. Una parte de mi estaba intrigada, otra estaba dejándose llevar y una muy minúscula tenía miedo. ¿De que? No lo descifraba aún.

Y fue ahí, cuando cerré los ojos y me deje llevar por el leve sonido de los autos pasando.
Sentía el suave frío rozar la piel de mis brazos y piernas descubiertas y mi mente divagó por la imagen mental que tenía de Pedro trotando en el parque con su piel brillante a causa del sudor.

Quería verlo en ese preciso momento.

Pensé rápido y debía devolver la ropa que me había proporcionado la noche anterior. La excusa perfecta a la una de la mañana, por supuesto.
Me puse algo de colonia y arregle mi cabello antes de salir y me dirigí hacia su puerta.

Toqué un par de veces y no tuve respuesta. "Serás mensa" pensé, llegando a la conclusión que estaría dormido y yo nada más perdiendo el tiempo y molestando sueño ajeno.
Estaba a punto de devolverme a mi lugar cuando sonó la cerradura.
La puerta se abrió un poco dejando ver a un Pedro algo sudoroso, sin camisa y tratando de agarrar sus jeans con una mano.

-Ehm... Penélope, ¿Todo bien?- dijo éste con la voz agitada mirándome confundido.

-Mil disculpas, Chef. Digo, Pedro... Quiero decir... -el castaño me miraba expectante y yo quería que la tierra me tragara, no podía creer lo que estaba haciendo - le traía su ropa y quería darle gra...

-¡Pedro, vuelve aqui!- la voz de una mujer chilló desde el fondo del departamento e hice mi mejor intento de no parecer perturbada por ello. Él ni si quiera se molestó ni por una ni por la otra, solo agarró la ropa con su mano libre y sus labios se abrieron para decir algo.

-No quise interrumpir.- me adelanté. Retrocedí dos pasos y antes de girar para irme, finalmente habló.

-¿Solo venías por la ropa?- voltee a mirarlo y las palabras se atoraron en mi garganta. Quería decirle que no, que la ropa solo era una excusa para verlo. Que me parecía tan detestable y sexy a la vez. Que me ponía nerviosa cuando se acercaba y una extraña electricidad me recorría el cuerpo cuando me hablaba.

-Aja.- fue todo lo que logré decir y caminé hacia mi puerta para sumergirme en las palabras de desaprobación que gritaba mi mente ante tal bochornosa situación.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora