Capítulo 53

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((PENÉLOPE))

El verano en Amalfi se sentía casi igual que la última vez. Las veredas llenas de turistas, el sol brillante, y el olor del mar se mezclaba con el olor de avellanas y pistachos que desprendían de las heladerías.

Había pasado algún tiempo desde aquella ocasión que visité a mamá para anunciarle mi compromiso. Estuve en la ciudad por tres días y nada más, gracias a que Jesse pensó que era buena idea emborracharse en un bar y coquetear con la esposa del dueño.

Llegué hasta la playa y en un pequeño espacio sin gente, sobre la arena caliente extendí la toalla que llevaba en el bolso y me senté sobre ésta.

—¡Penn!— la conocida voz se escuchó a los lejos varios minutos después de haberme sentado. —¡Penélope!.

Me levanté de inmediato y entre las personas trataba de encontrar su rostro hasta que Vi su cuerpo corriendo en mi dirección para terminar juntandonos en un abrazo.

—Te extrañé tanto— pude decir antes de que mi voz se quebrara de la emoción.

—¡Que bronceado!—dijo una vez nos separamos. Mi hermana se levantó las gafas y me miró de pies a cabeza. —Ibiza te pegó bien.

—Estas guapísima— le dije haciéndola girar de la mano. —¡Vamos por un helado!.

—Mejor— se agachó para tomar mi bolso y entregarme la toalla —vamos por unos drinks y nos ponemos al día con detalles.

—¡Ariella!— reí sorprendida —¿Desde cuándo bebes?

—Desde que soy mayor de edad y puedo entrar a bares— me tomó del brazo creando un gancho con el mío y caminamos al centro de Amalfi.

Luego de una tarde de mojitos, mi hermana menor y yo tuvimos la charla más exhaustiva que pudiese existir.
Le conté todo lo sucedido en los últimos meses con puntos y comas, tal como ella lo quería.

—Entonces, ¿Irás a ver a mamá?.

—Mmm— Suspiré —Mañana. ¿Le dijiste que estoy aquí?— Ariella negó.

—Nunca entenderé la relación tan extraña entre ustedes.

—Es mejor así.

Aunque Ariella tenía la edad suficiente para entender problemas, no quería involucrarla en los míos.
La relación con mamá quedó sin reparo aquel día en el que le conté lo que hacía su ex novio conmigo y decidió no creerme. Cuando Ariella cumplió los seis años, simplemente se fue dejando una nota que decía que el papá de Aidan podría cuidar mejor de mí. Tenía diecisiete años y aún estaba en secundaria.

En algunas ocasiones volvía solo por un par de días con la  excusa de que el trabajo no le daba tiempo de viajar, pero la realidad era que el papá de Ariella no quería que tuviera ni un tipo de relación conmigo porque mi mejor amigo era gay y me encontró ebria en el garaje una noche que pelié con mamá.
La verdad era que mamá siempre obedecía al marido de turno. Ellos siempre eran su prioridad.
Cuando supo que el papa de Ariella le daría una mejor vida con la condición de dejarme de lado, no dudó en irse.

Pero mi hermana y yo nos mantuvimos siempre en contacto.

Cuando noté que la noche ya estaba presente, pagué la cuenta del bar e insistí en dejar a Ariella en casa aunque me viera mamá.

—Puedes irte ahora, yo entraré en silencio— susurró intentando meter una de las llaves en la cerradura.

—Ya estás haciendo ruido, Ariella— reímos por lo bajo e intenté quitarle las llaves, pero la puerta se abrió.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora