Capítulo 33

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((PENELOPE))

Estaba dividida en dos, era como estar despierta y dormida al mismo tiempo.
Los párpados me pesaban, mi boca estaba en completa sequía y apenas lograba entender los sonidos que escuchaba a lo lejos. Intenté mover la cabeza hacia un lado, pero una punzada en el oído me hizo retroceder soltando un quejido.

Parpadee repetidas veces acostumbrandome poco a poco al destello blanco que quemaba mis ojos y volvieron aquellos sonidos que no lograba entender. Cuando por fin logré abrirlos por completo, miré rápidamente a mi alrededor reconociendo el lugar. La mujer a mi lado movía sus labios, pero apenas podía escuchar su voz. Entrecerré los ojos como si con aquello lograría agudizar mis oídos, pero seguía sin escuchar del todo bien.
Intenté moverme una vez más, pero el dolor, no solo del oído, sino de casi todo el cuerpo me lo impidió. Aquella mujer habló una vez más revisando una máquina a un costado de dónde me encontraba acostada cubierta con una sábana blanca, y se marchó.

En la soledad de aquella habitación y en el blanco de sus paredes, mi mente me obligaba a pintar los recuerdos de lo sucedido. El frío a mi alrededor se volvió perturbador y  por instinto froté mis brazos creando algo de calor. Entendí que no era el aire acondicionado, era el vacío que me consumía por dentro. Cómo si la llama que le daba sentido a mi vida, había Sido apagada... Una vez mas.

Había confiado de nuevo, y volví a fallarme.

En medio de mis lágrimas y pensamientos, la puerta se abrió estrepitosamente y mi cuerpo se incorporó sin dolor ni molestia al verlo.
Él corrió hacia mi, sus grandes manos acunaron suavemente mi rostro y sin esperar tanto, unió nuestros labios en un delicado beso.

—Pedro...

—Shh. No digas nada.



» La neblina se hacía presente aquella tarde y la llovizna había cesado hacía unas horas. El frío era bastante soportable, pero no estaba del todo comoda.
Sabía porqué estaba ahí, y una parte de mí estaba feliz por eso, pero una muy minúscula reconocía que era un error.
Entré de nuevo en la cabaña después de terminar el cigarrillo y subí hasta la habitación que nos pertenecía, tomé una ducha y empecé a arreglarme para la velada.
Escogí un pantalón de mezclilla de talle alto, una blusa de lana marrón con mangas largas y unos botines a juego.

—Te ves linda— Jesse habló a mis espaldas viendo mi reflejo en el espejo desde la puerta —Aunque creo que el vestido te quedaba mejor.

—Si usaba el vestido, probablemente moriría congelada allá afuera.

—Exagerada como siempre.— Caminó hasta la mesita de noche dando un sorbo a lo que sería un whisky en su mano, dejó su celular encima de ésta y volvió su mirada a mí —No quiero distracciones ésta noche.— Asentí.

El silencio inundó la habitación dejando nada más nuestras miradas encima del otro. Se veía tan guapo, llevaba unos vaqueros negros y una sudadera gris dejando al descubierto sus antebrazos por las mangas recogidas. "Que su atractivo no te nuble la razón" repetía la voz de Aidan en mi cabeza, pero quizás ya era tarde. Estábamos a punto de dar una noticia y ya no había marcha atrás, ya estaba decidido.

—Vamos, no están esperando.

En el comedor estaban aquellos que Jesse insistía que era mi única familia desde que la mía vivía lejos, la suya. Sus padres, sus hermanos y hermana, cuñados y sobrinos, abuelos y tíos.
Era cierto que sus padres me trataban como una hija más y me hicieron sentir querida desde el primer momento, pero en el fondo sabía que si hablaba abiertamente del comportamiento de Jesse, sería expulsada por malagradecida.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora