Capítulo 32

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((PEDRO))




Me encontraba cegado por la ira y no era consciente de la situación a pesar de las voces a mis espaldas y las manos agarrando mis brazos intentando detenerme.
"Lo vas a matar" era la frase más repetida y mientras más la escuchaba, más eran mis ganas de que sucediera.

Dejé a Tamsin en el restaurante confiando que Simon pasaría por ella y la llevaría a casa. Por mi lado, salí disparado hacia el departamento, los mensajes y la llamada de Penélope alteraron algo en mí que no pude controlar. Podía presentir que algo malo pasaba y no quería que fuese cierto.

Conduje por las calles ignorando cualquier cosa que me detuviera. La distancia entre el restaurante y el condominio era de unos veinte minutos aproximadamente, pero tenía que lograr llegar antes.
Lo conseguí, recuerdo que fueron tres canciones que sonaron en el radio.

Subí en el ascensor confiando que sería la forma más rápida, pero los segundos se hacían minutos y con ellos me arrepentía de no haber hecho uso de las escaleras.

Una vez en el tercer piso, mientras corría hacia la pieza de Penélope, escuchaba cercanos unos gritos que parecían ser de Aidan.
La puerta estaba abierta y sin preguntar, entré para encontrar un cuadro difícil de borrarme de la mente.
Dass, con la cara roja y gritos desesperados, le propiciaba torpes golpes al británico y éste mínimamente se defendía. Llevaba el labio partido y el pantalón a medio poner.
A unos metros de ellos, en el suelo estaba Aidan pidiéndole entre gritos y llantos a su novio que se detenga.

La sangre se congeló dentro de mi, sentía como mi cuerpo perdía color y temperatura. La boca se me seco inmediatamente y sentía el corazón latir en los ojos, causándome cólera, angustia, ira... Todo se juntó derrumbandome por dentro cuando la ví inconsciente entre los brazos de Aidan.

En ese momento entendí lo que había pasado.

Inmediatamente caminé hacia a Dass, arrebatándole a Lucien de sus manos para comenzar una paliza que la furia manejaba desde dentro.
El moreno devolvió un par de golpes, pero la cólera que experimentaba no me permitía sentir dolor alguno.
Solo quería saciar las ganas de partirle la cara y con cada golpe podía imaginar lo que se había atrevido a hacerle a Penélope.

Uno de mis puños chocó contra el lado derecho de su cara cerca de la sien, causando que perdiera el equilibrio y se desvaneciera. Ese era la señal, era el momento perfecto para acabarlo.
Me lancé sobre él y el mundo a mi alrededor se silenció. No escuchaba palabra, solo mi corazón bombeando ruidosamente propiciando la fuerza para dejar salir puño tras puño.
De repente, unas manos me tomaron de los brazos hacia atrás dejándome sentado en el suelo frente a Laviscount que yacía inconsciente y lleno de sangre.

Desperté de aquel violento trance y encontré paramedicos y policías a mi alrededor que trataban de hacerme entrar en razón y revisando a Lucien.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado dándole golpes al tipo aquel, pero cuando giré hacia donde se encontraba Penélope, ya no estaba.

—Penélope...— hablé agitado poniéndome de pie —¿Dónde está Penélope?

—Se la llevaron los paramédicos— Contestó Dass mientras tomaba unos abrigos del estante cerca de la puerta y Aidan se unía a el con un bolso rosa, asumía que eran cosas de Penélope. —¿Te vas a quedar o vienes con nosotros?

—Yo los llevo.— Hablé limpiando mis manos en los costados del pantalón de tela y salí con ellos.

En el trayecto al hospital, la pareja me contó sobre como comenzó aquella relación a la cual siempre me opuse por temas profesionales, y todo lo bizarro que había sucedido en los últimos días, la noche que Penélope no recordaba y las grabaciones del edificio.
Todo era tan insólito, perturbador. Con cada detalle narrado por ellos, se me hacía más difícil creer que todo lo que había sucedido era algo inexperto.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora