Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADA

Capítulo 30

((PEDRO))

Alcé por segunda vez el vaso lleno de whisky sin siquiera haber saboreado el primero. Estaba estúpidamente convencido que un par de tragos cambiaría la realidad de lo que sucedía, o la menos calmaría el revoltijo en mi mente.

—Tómalo por el lado bueno— Simon quitó el vaso de mi mano antes de que lo llenara por tercera vez —No entregará el caso al juzgado y está dispuesta al diálogo, así se cancela la demanda por pensión.

—¡Que bueno!— levanté mis manos en una falsa emoción hablando con sarcasmo. Me alejé del mini bar de mi oficina en dirección al escritorio y tomé los papeles para leer una vez más lo que ya había quedado claro.

"En casos de paternidad, todos los sistemas genéticos de los hijos sin excepción deben coincidir al 50% con respecto a ambos padres, como se observó en este caso. Considerando estudios previos se procedió a calcular el índice de paternidad que indicó que los resultados obtenidos se explican mejor bajo la hipótesis de paternidad, que bajo la hipótesis de no-paternidad. Por su parte, la probabilidad de paternidad para este caso fue de 99.99%. En breve, genéticamente se confirma que el supuesto padre es el padre biológico de él hijo en disputa."

"Soy padre" me dije en silencio repetidas veces, y como de un tornado se tratase, las dudas llegaron sin rastro de respuestas.
¿Que se supone que haría después?
¿Cómo lo haría?
¿Que estaría planeando Tamsin con todo esto?
¿Que era lo mejor para mí? O como era de esperarse una vez que tienes un hijo ¿Que era lo mejor para el?

—Por el momento, no hagas nada público. El restaurante está en un buen momento y tu también, y ya sabes cómo es la prensa amarillista. Llamaré a tus abogados para que empiecen el proceso del apellido y demás.

—No— interrumpí causando la confusión de Simon —Tengo un plan.

—Pedro, no creo que...

—Simon, no me contradigas ésta vez.

—Como quieras— habló el rubio caminando hacia la salida, pero se detuvo justo antes de abrir la puerta —Por cierto, no es que quiera meterme en tu vida, pero tengo que hacerlo para que no metas la pata— giró en mi dirección y por su rostro, sabía lo que iba a decir. Hemos Sido amigos por más de 15 años y nos conocíamos muy bien. —Lo que sea que estés haciendo con esa pasante, está mal y lo sabes.— Lo sabía, sabía que hablaría de Penélope por lo que intenté callarlo pero mi intento fue en vano. —Con todo lo que está sucediendo, enamorarte de una persona mucho menor que tú no va a ayudar en nada.

—No sabes lo que dices.

—Te he encontrado besándola en esta misma oficina...

—Solo fue una vez.

—He visto lo nervioso que te pones cuando llega Mauricio a supervisar las lecciones y temes, no por ti, sino por ella. Cuando en silencio desde un rincón de la cocina la observas trabajar y esquivas la mirada cuando ella te ve. Y sé que probablemente ya pasó algo entre ustedes, porque a nadie le crece el interés por otra persona de un día para otro y mucho menos, si al principio de todo parecían odiarse con tan solo verse.

Vi a Simon salir de mi oficina dejándome ahí, en medio de un mar de dudas y sentimientos que no lograba definir.
No podía estar enamorado, no era cierto.
Lo que Penélope me causaba, no era más que una simple atracción, algo carnal y punto.
No podía ser algo más, no debía.

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El reporte del clima amenazaba con fuertes lluvias para aquella noche, por lo que salir a correr al aire libre no era una opción viable.
Estuve alrededor de 45 minutos corriendo en una de las máquinas del pequeño gimnasio que tenía el edificio, tratando de ponerle orden a mis ideas, pero todo eso pasó a segundo plano en el instante que noté a Penélope caminando de lado a lado en el lobby.
Se veía impaciente, nerviosa. Y estaba a punto de bajar y  preguntarle si estaba bien, estaba a punto de bajar y decirle que sea lo que sea que estaba pasando, que podría contar conmigo. Que lo único que tenía que hacer era hablarme y pedir mi ayuda.
Estaba a punto, pero mi decisión tomó otro rumbo.