Capítulo 25

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((PEDRO))


Evitaba mayormente el contacto visual con Tamsin, desviando mi atención al celular. Teniéndola sentada frente a mí mirándome fijamente era un poco difícil.
Luego de haber intentado, en un par de ocasiones, tocar los temas legales que nos tenían envueltos, se negó a hablar sobre aquello en ausencia de sus abogados.

Me sentía frustrado, incómodo, ansioso, enojado. Sentía que había perdido el tiempo en aquella estúpida reunión.

Quedaban un par de rollos sobre la mesa de centro y la mitad del grotesco vaso de whisky que me había servido. Bebí lo que quedaba de un solo trago y me puse de pie dispuesto a marcharme.

—Tengo que irme— el rubio juntó sus cejas en confusión— surgió algo  y debo solucionarlo.— mentí. Si no iba a conseguir nada, me iría de ahí sin pensarlo.

Mi amigo se puso de pie y sin decirnos nada, nos despedimos con un apretón de manos.

—Yo también debería irme.— dijo la rubia a mis espaldas.

—¿Juntos?— soltó Simon. Que si las miradas mataran, el pobre hubiese muerto en el momento que dijo tal estupidez.— Estoy bromeando, caramba.

Salí del lugar y caminé hacia mi auto lo más rápido que pude. Sabía que Tamsin me alcanzaría para tener una conversación en la que estemos solos.

—¡Pedro!— maldita sea —¡Pedro, espera!— sus tacones sonaban sobre la acera a medida avanzaba —¡Pedro!

—¡¿Qué?!— alcé la voz en molestia girándome hacia ella— ¿No es obvio que te estoy evitando?

—No puedes evitarme por siempre.

—Tienes razón, no puedo. A veces eres tan pesada.

—Oh, vamos... ¿Podrías aflojar un poco?— junté mis cejas en una expresión que esperaba se entendiera que estaba llena de repulsión, su descaro me hacía sentir cólera.— Todo lo que nos sucedió quedó en el pasado — estaba anonadado y sin poder moverme, mientras ella caminaba lentamente hacia mi. —Podemos solucionar esto de la mejor manera y sin resentimientos. ¿Que dices?.— finalizó dibujando una sutil sonrisa en su rostro.

—No tengo nada que decirte— respondí luego de unos segundos en silencio— No en ausencia de nuestros abogados. Me quedó claro.— Dí media vuelta abriendo la puerta del auto.

—Estamos atados de por vida ¿Lo sabes?— giré levemente para mirarla sobre mi hombro, sabía a lo que se refería.

—Mientras no se compruebe que soy el padre, lo  único que nos ata es un matrimonio que espero termine pronto.— Solté sin pensarlo antes de subir al vehículo y partir.

Salí disparado, apretando el acelerador sin pensar en otra cosa que no fuera ella y las desagradables emociones que me causaba, y de un momento a otro había llegado al estacionamiento del condominio.

Me quedé dentro del auto unos minutos pensando en lo irresponsable que había Sido al manejar de esa forma, pasando por alto un par de luces rojas y el límite de velocidad.

Busqué entre mis contactos el número que, por un largo tiempo, marcaba para liberar tensión.
Timbré en repetidas ocasiones, pero me desviaba al buzón. Era la primera vez que Nina no contestaba una de mis llamadas.

Tenía otros números que pude haber llamado, pero alguien invadió mi mente de repente.
Ya hubo un avance, lo mas probable es que no se negaría a acostarse conmigo en caso de que ella también hubiese tenido una mala noche.
Pero primero envié un mensaje, resultaba más educado que solo llamar sin aviso.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora