Capítulo 31

130 16 0
                                    

((PENÉLOPE))



Sentada en uno de los taburetes de la isla de la cocina, jugando nerviosamente con mi celular,  miraba como Lucien extendía y recogía la masa una y otra vez. Hablaba sobre como decidió estudiar repostería, sonreía y actuaba tan fresco y natural.
"Quizás no paso nada y solo era mi mente dejándose llevar por no se que cosa" pensé.

—Mirando desde allá sin meter las manos no vas a aprender a hacer los rollos, Penn.— Soltó la masa y me miró en silencio por algunos segundos apoyado con ambas manos. —Ven ayúdame.

—La repostería no es lo mío.— Contesté a su petición rogando que no me insista, pero él sabía lo que quería y sin pensarlo abrió camino hacia mi.

—Nunca lo sabrás— con ojos oscuros e intimidantes habló cerca de mí. Aquellas palabras se sintieron como una verdad a medias, me llenaron de miedo. —No hasta que lo pruebes y sepas que de verdad no es lo tuyo— volvió a hablar, está vez con un tono más suave y una sonrisa volviendo al lugar donde se encontraba la masa. —Ahora, ven aquí y yo te enseño.

No habíamos hablado de lo importante porque él sugirió que sería mejor hacerlo con unos rollos de canela mientras disfrutábamos de la noche en la terraza. No sabía de qué era capaz si lo contradecía, por lo que decidí obedecer y llevar la situación de una forma tranquila.
Revisé las notificaciones de mi celular esperando que una de ellas sea la respuesta de los dos mensajes que le envié a Pedro, pero solo divisé mails.

Me levanté del asiento guardando mi celular en el bolsillo del vestido de mezclilla, caminé hacia el lavabo y lavé mis manos sintiendo  la mirada penetrante de Lucien a mis espaldas. Aquella mirada con la que Aidan aseguraba que Lucien me "comía".

—Estoy lista— dije con una falsa sonrisa ubicándome a su lado— ¿Que hago?.

—Pues...— éste se colocó detrás de mí rodenadome con sus brazos haciendo visible la tensión de mi cuerpo —Hey, tranquila.— habló cerca de mi oído —Solo son unos rollos de canela.

Sus manos tomaron las mías y fueron llevadas sobre la masa, indicándome como amasar de forma correcta, y la verdad no estaba prestando atención.  Podía sentir su respiración cerca de mi oído creando una sensación desagradable a mi alrededor, por lo que ladee mi cabeza tratando de alejarme un poco.

—Hueles delicioso...— susurró acercando su nariz a mi cuello creando el contacto físico. —Hay quienes dicen que ésta masa no necesita ser tan homogénea, pero para mi— cerré los ojos tratando de bloquear las ganas de llorar que me causaba tenerlo tan cerca de mí —si debe serlo. La prefiero lisa, suave, perfecta... Como tú.

—Lucien...— intenté girarme, pero la presión de su cuerpo detrás del mío contra la encimera me lo impidió.

—No te distraigas, Penélope.

—Quiero... — susurré —Necesito ir al baño.

El moreno soltó un pesado suspiro deshaciendo la prisión en la que me encontraba para dejarme libre. A pasos presurosos llegué a mi habitación cerrando la puerta para entrar a mi baño y asegurarme una vez más.
Tomé mi celular e intenté llamar a Aidan, apagado. Luego Dass, igual. Maldije su costumbre de apagar los celulares cuando salen en sus citas. O quizás, debí maldecirme a mi misma por seguir creyendo que las personas siempre tienen buenas intenciones.

Entré al chat de Pedro y seguía sin respuesta. Probablemente estaría pensando que soy una pesada, y quizás lo era, pero me sentía acorralada en una situación en la que yo misma me puse y no tenía más opciones.
Envié un tercer mensaje con la esperanza intacta y sentada sobre la tapa del inodoro, esperé un momento mirando la pantalla.
Nada.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora