Capítulo 56

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((PENÉLOPE))

Pedro no se molestó en encender las luces mientras me llevó de la mano por su habitación hasta el ventanal. Corrió una de las cortinas y salimos hasta la pequeña terraza.

Un sofá cama de forma circular, una alfombra y una mesita a un costado hacía del pequeño espacio un lugar bastante acogedor.
Era un poco más de la media noche y el viento de verano soplaba cálido en las alturas de Praiano. A orillas del mar se reflejaban las luces del pueblo y un poco más allá se reflejaba el blanco de la luna.

—La vista es hermosa.— Suspiré parada en el balcón.

—Sin duda alguna— quise girar para mirarlo, pero su mano en mi espalda lo impidió. —Quieta.— No me moví, aunque la yema de sus dedos rozando mi piel descubierta estaba por hacerme convulsionar. —La vista que me has dado con este vestido me tiene al borde de la locura.

Se acercó pegando su cuerpo al mío. La mano que vagaba por mi espalda rodeó mi cintura para dejarla sobre la baranda aprisionando mi cuerpo entre el balcon y él.
La punta de su nariz rozó mi nuca una vez que con su mano libre movió mi cabello hacia un costado.
Besó mi cuello delicadamente, que al sentir su bigote causó un leve temblor en todo el cuerpo que terminó concentrándose en mi vientre.

—No te lo había dicho— habló en mi oreja —, pero estabas preciosa con ese vestido.

—¿Estaba?— pregunté casi gimiendo al sentir que una de sus manos subía por mi vientre para terminar rozando uno de mis senos.

—Mhm— dejo un beso en mi nuca —Ahora te verás mejor sin él.— Tragué saliva tratando de controlar los impulsos de girarme y comerle la boca, pero al mínimo movimiento Pedro me presionó de nuevo a la baranda. —No te muevas.

Retrocedió un poco y escuché el sonar de una hebilla, y cuando pensé que se estaba desvistiendo, volvió a pegar su cuerpo al mío sujetándome las muñecas a la baranda con su  cinturón.

—¿Qué... Qué haces?— giré un poco, pero su boca atrapó la mía rápidamente.

—Quieta— repitió sobre mis labios.

Un camino de húmedos besos bajaba desde mi nuca por toda mi espalda al mismo tiempo que sus manos hacían su camino por ambos lados de mi cuerpo llegando hasta mis nalgas apretándolas ligeramente.
Las grandes manos siguieron descendiendo hasta llegar a mis tobillos y volver a subir por mis piernas levantando el vestido.

Por reflejo di dos pasos hacia atras creando una ligera curva entre mi espalda y mi trasero para que la prenda no volviera a caer. Escuché la leve risa de Pedro ante tal acto, para luego darme una nalgada que me exaltó por completo.

Me quitó las bragas en cuestion de segundos, y tan rápido fue que no me di cuenta hasta que sentí su lengua abrirse paso en mi trasero.
Jadeé ante la sorpresa de la nueva sensación. Era la primera vez que alguien me besaba justo ahí.
Sus manos se mantenían sobre mis nalgas y mi cuerpo  reaccionaba ante el placer que empezaba a experimentar. Retrocedí un poco más abriendo las piernas permitiéndole a Pedro más acceso.

La humedad de mi excitación empezaba a asomarse generando un pequeño dolor en mi clítoris deseando ser apaciguado. La respiración se agitaba al mismo tiempo que mis gemidos subían de tono.

—Tócame— pedí.

Y como un deseo cumplido por un genio, una de sus manos llegó hasta mi húmeda entrada haciendo movimientos suavemente tormentosos.
Su lengua no dejaba de saborear mi parte trasera y cuando pensé que no se podía sentir más, los dos dedos que se movían en círculos entraron en mí.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora