Capítulo 34

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((PEDRO))

Cauteloso observaba la reacción de aquellos comensales a través de la pequeña ventanilla en la puerta de la cocina. Un importante bufete de abogados de la ciudad había recibido a unos cuantos más de otros países y ahí estaban, comiendo en una de mis mesas.
La mayoría de ellos asentían y disfrutaban gustosamente cada platillo, menos uno.

—Les ha encantado todo— entró Atenea sonriente —Desean conocerlo, Chef.

Suspiré pesadamente tratando de aliviar el dolor de mi mandíbula, repasé rápidamente la cocina encontrándome con la mirada angustiante de Aidan.

—Buen trabajo, chefs.— desaté el delantal dejandolo sobre el mesón y salí saludando a algunos clientes al paso.

—Caballeros, el Chef Pedro Pascal.— me presentó Atenea una vez había llegado a la mesa de tales abogados.

—Señores.— saludé seriamente con un movimiento de cabeza hacia todos para luego devolver la mirada hacia uno en específico. —Jesse.

—¿Se conocen?— preguntó uno de ellos con asombro. El rubio sonrió sin cortar el contacto visual. Quería darle un golpe que le quitara esa estúpida sonrisa.

—No mucho.— El tipejo miró al rededor con desagrado, pero eso solo alimentaba mis ganas de partirle la cara.

— No me costó convencerlos para venir, y es que hace mucho quería conocer el lugar y probar de su gastronomía, Señor Pascal.— Comentó otro maravillado —Yo hago las empanadillas de pino en casa, pero no le hacen justicia a las suyas. Mi esposa es chilena y morirá de envidia cuando le cuente ésto.

—Muchas gracias.— Asentí —Mantener las tradiciones de mi país es un punto importante en mi cocina.

—Y hablando de esposas...— interrumpió el desagradable —¿Cómo está la suya... Señor Pascal?.

Una punzada se clavó en mi estómago dejándome perplejo y sin respuesta.
¿Cómo se atrevía a preguntar sobre mi vida personal?, ¿Cómo sabía que yo era casado?.
Sus poros destilaban soberbia, pero si algo había aprendido en mis años de carrera, era que la arrogancia venía con el título.

—Feliz— sentía la mirada de Atenea perforarme la nuca. Lo de mi fallido matrimonio era algo de lo que no se hablaba con absolutamente nadie luego de lo sucedido, pero no era secreto para Madrid. Jesse no vivía en la ciudad y eso era lo que me desencajaba. —Emoción que, probablemente su ex prometida no conocería si llegaba al altar.

—Okaaay— comentó uno de sus compañeros mientras los demás se miraban confundidos —Creo que la charla se salió del camino un poco.— Rió nervioso.

—No pasa nada, caballeros.— sonreí relajadamente tratando de calmar el pesado ambiente y la ira que me consumía —Jesse y yo ya nos conocíamos, el sabe de mi vida personal y yo de la suya.— Segundos después me despedí y di media vuelta en dirección a la cocina.

—Hey, Pedro.— maldita sea, el imbécil no paraba. Lo miré sobre mis hombros. —Saludaré a Penny de tu parte.

Y sin más, caminé con Atenea a mi lado quien me miraba confundida y miraba en dirección a aquella mesa.
Atravesé la cocina y salí directamente hacia la acera trasera sentándome en el frio suelo, froté bruscamente mi cara tratando de ahogar un grito para luego encender un cigarrillo que me hiciera olvidar las tentaciones de volver ahí y ceñirlo a golpes.

La migraña no abandonó mi cabeza desde la noche anterior en la que no había pegado ojo pensando en Penélope.
Aidan me había contado partes de la historia entre ella y Jesse antes de llegar a Madrid, y sus planes de llevársela para retenerla en el mismo martirio de siempre.
No había dormido pensando en alguna forma de detenerla que no fuese la que hice, como si diciéndole que no lo haga ella fuese a ceder.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora