Capítulo 46

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((PENÉLOPE))


A menudo me preguntaba como sería realmente ejercer un trabajo guiado por tu vocación.
Luego de haber terminado la secundaria, dedicarme a algo que realmente moviera las fibras de mi ser, era algo que se veía muy lejano, casi imposible. Fue por eso que terminé trabajando de mesera en un pequeño bar de la ciudad. A penas y podía hacer algo de dinero para vivir como un ser humano, negándome a todos los privilegios que Aidan y su padre me ofrecían.

Crecí sintiendo ser la carga más grande para mi madre, lo que me dejó algunas heridas que creía que nunca sanarían si seguía viviendo de la misma forma que las habia creado. Estaba equivocada.
No haber pedido ayuda, y no haberla aceptado cuando me la ofrecieron, me llevaron al tormentoso momento en el que decidí formalizar una relación con Jesse. Una basada en el abuso y la destrucción de mi misma.

Pero ya no importaba. Todo aquello era parte del pasado cuando Me encontraba parada en la mitad de la cocina escuchando los elogios de quienes habían Sido mis compañeros de trabajo en los días de prácticas.
Estaba roja y acalorada, pero muy feliz ciertamente.

—Ven un momento.— dijo Pedro asomando la cabeza por la puerta de la cocina. —Te voy a presentar.

—¿Qué?— Definitivamente había perdido la cabeza. Ese hombre estaba a punto de presentarme a los inspectores Michelin. —No voy a salir.

Pedro entró en la cocina, y como siempre, solo le bastó dos largas zancadas para llegar hasta mí. Me tomó del brazo y suavemente me sacó de ahí, no sin antes quitarme la malla del cabello y el sucio delantal.

Todo estaba sucediendo tan rápido que en cuestión de segundos me encontraba estrechando la manos de aquellos visitadores incrédulos de que haya podido ser yo, una "apprenti" como me llamó uno de ellos, la responsable de lo que comieron.

Cuando Pedro me ordenó al oido que lo esperase en su oficina, me despedí cordialmente y caminé en esa dirección.
Muy pocas veces había entrado ahí, pero recordaba perfectamente su olor: madera, un ambiental cítrico y un leve rastro de su varonil perfume. Observé todo el espacio y no había nada nuevo, a excepción de un par de fotografías colgadas en la pared detrás del escritorio.
Me acerqué con curiosidad y observé a detalle la que se veía con más claridad. Era Pedro con un niño muy rubio, probablemente era su hijo. Un poco más arriba estaba la otra fotografía, que de no ser porque se veía algo borrosa, podía decir que aquella mujer se me hacía un poco familiar.
Me paré de puntillas tratando de divisar un poco más de cerca, pero el sonido de la puerta al cerrarse me hizo retroceder.

—Mi hijo y futura ex esposa.— Pedro caminó hacia mí tomando la fotografía y dejándola dentro de un cajón de su escritorio. —Había olvidado quitarla. Ella insistió en ponerla.

Volví a mirar la pared donde quedaba la foto con el niño y un espacio vacío junto a ésta. Y ahí estaba, en medio del pecho, una creciente sensación de estar destruyendo algo que estaba tomando forma. Le estaba destruyendo su hogar, su familia.

—Penn— me tomó de la barbilla y lo miré —No estás dañando nada.— habló como si leyera mis pensamientos. A ese punto podía decir que me conocía tan bien que no me sorprendía que eso pasara. —Estuviste increíble en la cocina.— continuó sujetándome con ambas manos —La rapidez, el desenvolvimiento, la técnica... —suspiró maravillado haciéndome reír —Todo.

—Cosas que tú podrías lograr solo con parpadear.— me alejé un poco a causa del sonrojo.

—Olvidate de mí.— meneó su mano quitándole importancia —Estamos hablando de tí, Penn. Si no hubiese Sido un trabajo impecable no te habría presentado a los inspectores.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora