Capítulo 3

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((PENÉLOPE))

-

Hey Penn, despierta. - decía Aidan mientras me daba toquecitos en el hombro - ya anunciaron que íbamos a aterrizar.

¿Aterrizar? ¿De que estaba hablando Aidan? Mi mente divagaba por unos segundos hasta que entré en razón.
Estábamos aterrizando en Madrid, al fin.
Las pastillas para dormir hicieron su efecto al instante que me las tomé justo antes de despegar.

Abrí los ojos y Vi a Aidan con un semblante lleno de emoción.
Dass estaba un poco nervioso, no era muy fan de los aviones.
En cuanto a mi se trataba, ahí estaba. Pensando en querer olvidar partes de mi vida y querer aferrarme a otras.

Había hablado con mi mamá antes de tomar el avión y me dijo que los nuevos comienzos no son para los cobardes, pero si para los exitosos.
Estaba dejando atrás una parte de vida, lista para enfrentar una nueva etapa y seguir creciendo en mis proyectos que llevaban a la realidad todos mis sueños.

Habíamos llegado a las 9 de la noche de Madrid, pero como estábamos muy emocionados y con el cambio de horario teníamos mucha energia, así que apenas entramos al departamento empezamos a arreglarlo y adecuarlo a nuestras necesidades.

Era un departamento en el quinto piso de un condominio residencial, tenía dos habitaciones con acabado industrial. Había una agradable combinación de paredes de ladrillo, paredes beige y algunos toques de madera. El cableado y tuberías eran negras. Un estilo industrial, algo muy lindo a la vista. Tenía unos ventanales que daban bienvenida a una de las mejores vistas que había presenciado en mi vida.
Cerca de la cocina, había una puerta que conectaba a una pequeña terraza, en ésta había una mesa para cuatro, una parrilla y un par de puffs, todo era un sueño.

El lugar fue un regalo, por lo que no tuvimos que buscar ni preocuparnos por nada.
El Sr. Márquez era uno de los empresarios más importantes del país de dónde vengo, movería cielo y tierra por Aidan, su único hijo.

- Honey, te están llamando. -- dijo Dass dirigiéndose a Aidan.

- ¿Quien es? - pregunto Aidan sin tanta emoción mirando asombrado la vista desde uno de los ventanales de la sala.

- Es tu papá, deberías contestar. -- terminó Dass.

- ¡Papi! - contesto Aidan a la videollamada.

- ¡Hijo mío! Estaba preocupado, no me avisaste apenas llegaste, te dije que me llamaras. -- reprendió el Sr. Márquez con un tono un poco más despreocupado.

- Lo siento papá. Es que veníamos muy emocionados en el taxi y nos hemos quedado boquiabiertos con el departamento.

- ¿Cómo están los demás? - se refería a Dass y a mi.

- ¡Estamos encantados! -- asomaba mi cabeza por detrás de Aidan -- muchísimas gracias Sr Marquez, de verdad.

- Penélope, por favor. Te conozco de años  y sigues con eso de Señor Márquez. -- contestó.

- Está bien Pablo, discúlpeme. Pero es que aún se me hace difícil... - dije algo avergonzada.

- ¡Hola Suegro! - grito Dass desde el fondo - este lugar está bellísimo y según lo que estuvimos revisando, está cerca del restaurante de las pasantías.

- ¿Ves, Penélope? Aprende de Dass, lleva 3 años con mi hijo y ni se molesta en llamarme por mi nombre. -- Bromeó. Todos reímos.

- Tengo que dejarte papá, estamos arreglando un poco el depar. -- Dijo Dass.

- No te preocupes hijo, te llamo mañana. No olvides que estoy orgulloso de ti -- Aidan sonrió enternecido -- y tu mamá también lo estaría.

Luego de unas 4 horas de limpiar, mover, adecuar y escoger habitaciones, seguíamos con un poco de energía así que abrimos un par de botellas de vino que habían en un anaquel y dimos paso a la celebración de la nueva fase de nuestras vidas.

Eran alrededor de las 3 de la mañana y no parabamos de bailar y cantar repertorios enteros de Beyoncé.

Estábamos de tan buen humor hasta que sonó nuestra puerta.

Dass y Aidan estaban tirados en el piso de la risa así que fui a abrir.

Me quedé estática, en silencio. Abrí la boca en un intento de botar palabra alguna, pero me fue imposible. Estaba extasiada de solo ver al desconocido aquel.

Alto, cabello alborotado, ceño fruncido, piel ligeramente bronceada y unos labios bastante inquietantes que eran adornados con un oscuro bigote.
Muy guapo el tipo en pijamas al otro lado de la puerta, pero sus penetrantes ojos marrones me observaron el alma haciéndome sentir su evidente enojo.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora