Capítulo 19

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—¡Pascal!— nos separamos abruptamente una vez habíamos escuchado una voz entrar por la puerta.— Ahm... No sabía que estabas ocupado.— dijo el hombre rubio sosteniendo unos papeles mientras miraba confundido la escena con la que se había encontrado.
Yo de lanzada con el chef.

—Solo estaba revisando... — dijo el castaño con obvia vergüenza — Se cortó el dedo y tenía que asegurarme que estuviera bien.— Terminó de hablar levantando mi mano lastimada.

—Yo me retiro, Chef. Le daré una respuesta luego, gracias por... Mi dedo.— finalicé separando nuestras manos y caminando hacia la salida sin mirar al otro tipo.

No tenía idea de cuánto tiempo estuve ahí dentro que al salir noté a Aidan esperando en la acera con mis cosas.
Camino a casa le conté sobre la llamada de atención, menos el beso y la idea de Lu.

Aidan era mi mejor amigo y habíamos estado juntos la mayor parte de nuestras vidas, lo veía como hermano, por lo que en ciertas ocasiones podía volverse pesado en cuanto a las decisiones que tomaba, así que decidí omitir algunos detalles.

Arreglé un poco el desorden que había dejado en mi habitación esa mañana al salir, ropa en el suelo y libros por toda la cama.
Tomé una ducha y me recosté un momento con los audífonos, tratando de que la música en mis oídos me llevara a cualquier lugar lejos de todo lo que mente gritaba.

Luego de lo que probablemente habían Sido horas, la vibración del celular bajo la almohada me despertó del sueño en el que había caído sin darme cuenta.
Eran las diez de la noche y probablemente no iba a poder dormir lo que quedaba de ésta luego del coma en el que estuve desde las 5 de la tarde.

Dos llamadas perdidas. Un mensaje nuevo.

JESSE: Tengo una noticia que podría gustarte. He intentado comunicarme contigo todo este tiempo pero no sé por qué sigues enojada, ya te pedí disculpas. En fin, creo que nos merecemos por lo menos una charla, por el tiempo que estuvimos juntos y la bonita relación que construimos.
Llamame, Penny.

"Penny", lo odié tanto. Tanto como odiaba su descaro de llamar "bonita relación" a lo que se asemejaba a todos los términos horrendos existentes, menos bonito.

Pero ¿A quien quería engañar?
Había algo en todo eso, en todo él que no podía soltar. Jesse era un hombre que podía darme emociones lindas y cagarlas al instante con una atroz.

Conseguí algo de comer y un libro para distraerme de la urgente necesidad que se generaba en mí de contestarle el mensaje.
Aún con los audífonos puestos, me senté en la mesita de la terraza y en lugar ejecutar el plan antes decidido, metí mi cabeza entre las rodillas y empecé a llorar con tan solo escuchar:

"This love is tainted.
I need You and I hate it.
...
'Cause i'm a fool for You
And the things You do."

Me quité los auriculares con tanto ímpetu que arranqué el cable de un lado. Me sentía tan tonta de seguir llorando por un tipo que no me trató como esperaba, como lo merecía.
Me odiaba por reconocerlo y creer que no hacía nada al respecto.
Mis lágrimas resbalaban quemando mis mejillas, el dolor del pecho lo sentía en la cara, en cada gota que desprendía de mis ojos.
Me habia convertido en una dependiente de su ambiguos comportamiento, de sus inestables sentimientos.
Cómo aquel joven que reconoce una adicción a la droga, pero no está lo suficientemente seguro de ir a rehabilitación, por qué disfrutaba de la sensación que  la sustancia le proporcionaba y la culpa posterior se aliviaba solo si la ignoraba.

El viento frío de la media noche golpeaba mi cuerpo y levanté la cara permitiendo que éste secara las gotas saladas imaginando que secaría de una buena vez todos los sentimientos hacia Jesse.


((PEDRO))

El agua fría me quitó toda la tensión de aquel día. El día pesado en el restaurante luego del brunch, los nuevos papeles que habían llegado de los abogados y la charla con Simon que parecía interminable sobre lo que había visto.

Un beso, un simple beso.

Honestamente, para haber Sido un simple beso, no podía quitármelo de la cabeza. Mi boca había memorizado la suavidad de los labios de Penélope y mis manos aún recordaban la suavidad de las suyas.

"¿Que diablos Pedro? No eres un adolescente", me dije a mí mismo viéndome en el espejo como un completo imbécil.

Me dirigí hacia la terraza con la idea de encender un cigarrillo y sacar a Penélope de mis oensmaientos, pero me fue imposible conseguirlo al notar su presencia en su terraza.

La contemplé todo el tiempo sin quitar la mirada, se veía tan frágil.
Posicioné el pitillo en mis labios y justo antes de encender el mechero, la mirada de Penélope conectó con la mía.

Una chispa se generó y no fue por el encendedor.

Debido a la lejanía no podía ver sus ojos con claridad, pero estaba seguro de que me estaban llamando. Aquellos ojos tan magnéticos, los mismos que había grabado en mi memoria de las veces que pude verlos tan de cerca.

No entendía el torbellino de emociones en mí, ni de dónde venían y hasta donde querían llegar, pero si estaba seguro que quería sucumbir a cada una de ellas.
Mis manos reclamban las suyas, y aunque yo no fui quien dió aquel beso, no podía negar que mis ganas firmaron asistencia antes de que sucediera.

La Vi levantarse de dónde estaba y entrar, sintiendo como me dejaba solo en medio de la fría noche.
La sangre bombeaba con fuerza y una idea, otra más, brinco en mi cabeza. Si antes había creído que ofrecerme a darle algunas clases en privado era una locura, en ese momento con el corazón queriendo salir de mi pecho, lo que estaba por hacer ameritaba un encierro en el manicomio.





Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora