CAPITULO 1

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CamilaPOV

Ugh!

¡Odiaba madrugar! Sobre todo, cuando era el día de mi cumpleaños. Pero le había prometido a mi madre que encontraría trabajo antes de fin de mes y así poder ayudar en casa.

Luego de que papá falleciera el año pasado, se nos había hecho muy difícil volver a ponernos de pie y seguir con nuestras rutinas. Mamá ahora trabajaba de lunes a lunes, sin descanso para que mi hermana que aun iba al colegio pudiera seguir estudiando. Y que a mi, tampoco me faltara nada.

Pero yo, ya con 21 años, no quería ser una carga. Me había esforzadoaños atrás, estudiando una carrera que amaba, pero que hoy en día,no me ayudaría a pagar mis cuentas. Así que vi como mi sueño de una especialización en pedagogía musical, se desvanecíalentamente. Solo podía pensar en cuanto mi madre se esforzaba pornosotras y quería hacer lo mismo por ella.

Había despertado súper temprano ese día. Luego de levantarme y darme una rápida ducha, fui directo a la cocina a preparar mi desayuno. Ya comenzaban a escasear algunas cosas en la heladera. No sería la primera vez que saliera de casa sin haber probado bocado antes, y estoy segura, tampoco sería la última.

Había dejado todo preparado en mi habitación la noche anterior. Mi ropa estaba pronta. Había elegido la ropa más "formal" que había encontrado en mi ropero. Básicamente era un jean azul oscuro de tiro alto, una remera blanca sin mangas, con un saco largo gris sobre ella y mis favoritas converse blancas. Tomé mi cartera y en ella guardé mi celular, mis llaves y los documentos impresos que demostraba mi experiencia casi nula en trabajo.

Dejé una nota sobre la encimera de la cocina, haciéndole saber a mi madre que volvería cuanto antes pudiera, y salí por la puerta.

Ya eran alrededor de las 17 horas y aún no había tenido la más mínima suerte en encontrar trabajo. Había golpeado puertas ofreciéndome para limpiezas, había ido a librerías pidiendo por favor que me contrataran para organizar libros por género, color, tamaño; no me importaba, solo quería que alguien bajara del cielo y me dijera que sí. Pero hoy no era mi día de suerte. Nunca lo era.

Ya estaba agotada. Tenía hambre. Quería volver a casa y abrazar a mi hermana que no había visto desde la noche anterior, teniendo en cuenta que había salido de mi casa alrededor de las 8 de la mañana.Mi madre de seguro estaba ya preocupada y preguntándose cuando volvería, y no me gustaba pensar en que estaban esperando por mí.

Lo había decidido. Esta sería mi último intento del día. Así que, con mi mejor cara y estado de esperanza, empujé la puerta de vidrio,subí los dos escalones de la entrada al local y eche un vistazo; el lugar no estaba lleno, pero tampoco vacío. Había algunas personas bebiendo y algunas parejas por aquí y allá.

Me acerqué a la barra a paso firme; conteniendo con éxito mis nervios,y levanté la mirada. Había un chico secando unos vasos, seguramente pensando en cuánto tiempo faltaría para poder marcharse de allí.

- Hola, mi nombre es Camila. ¿Podría hablar con quien esté a cargo del lugar?

El chico asintió con su cabeza y salió en busca de su jefe.

-¡Gracias! – Agradecí bajando el tono de mi voz al ver que el chico sin siquiera verme una vez, ya se había marchado.

Al cabo de lo que parecieron ser cinco minutos, volvió un hombre robusto y sin un solo pelo en su cabeza; y se paró frente a mí.

-Hola... Me acaba de comunicar mi empleado que me buscaba una chica.¿Eres tú?

-Ss-Si... Buenas tardes. Mi nombre es Camila. Estoy buscando trabajo,y necesitaba saber si están dispuestos a contratarme, traigo aquí mis datos. Se que no tengo experiencia...

-Mira Camila, por el momento no... - Pero no podía perder mi oportunidad de dejar este empleo ir, debería seguir insistiendo.

-Por favor, puedo hacer de moza, preparar tragos, incluso barrer luego del cierre.

-Lo entiendo, pero no tienes experiencia. Y eso sería demasiado trabajo para nosotros enseñarte todo ¿Entiendes?

-Puedo aprender. Les prometo que daré lo mejor de mí. Mira, incluso toco la guitarra y podría hasta cantar si me dan la oportunidad. ¡Piensa cuán bonito sería ambientar las cenas en las noches! Por favor, prometo no defraudarlos...

Pero esa tarde tampoco obtuve el trabajo. No importa cuánto pedí, cuanto rogué. Nunca era suficiente lo que hacía. Y estaba cansada de ello.

A veces la rutina nos atrapa. La vista nubla todo aquello que deseamos ignorar, lo que creemos relleno. Pero era que simplemente no sabía,que este día sería clave para mí. Que, a partir de aquí, era que comenzaba a escribirse mi futuro con el mismo lápiz que yo quería dejar de escribir mi presente.

Así que fue por eso, que no fui capaz de ver esos ojos esmeralda que habían sido puestos en mí durante minutos. Dispuestos a barrer todasmis penas. Dispuestos a salvarme, incluso de mí misma.

Dispuestos a volverse mi luna.

Dispuestos a volverme su sol.

Y así fue como llegué a casa. Con la cabeza gacha y la panza vacía. Rogando por una ducha caliente y una rápida cena para volver a la cama. Y repetir la misma rutina el próximo día.

Estaba desanimada y sin esperanzas.

Subí los 3 pequeños escalones de la entrada, y me detuve ante la puerta para buscar mi llavero. Al encontrarlo, abrí la puerta lentamente y como si fuera adivina, mi hermana corrió hacia mí y se tiró a mis brazos.

-¡Kaki, llegaste! Mamá y yo te estábamos esperando para desearte un feliz cumpleaños antes de irnos a dormir, mañana debemos levantarnos temprano para ir a buscar un nuevo colegio para mí.

-Hola, Sofi. Lamento haberme demorado tanto. Pero no quería volver a casa sin trabajo, una vez más. – Dije con voz apenada y mirando hacia el piso; mientras ella apretaba aún más su abrazo.

Sofi tenía 10 años ya, pero seguía siendo mi pequeña hermanita, que siempre sabía como hacerme sentir mejor.

-Sofi, ¿dónde está mamá? – Pregunté dirigiéndome a la cocina en su búsqueda.

-¡Aquí estoy hija! Estaba terminando de hacer un pastel para ti. Se que no ha quedado muy prolijo, pero seguro si esta sabroso. No quería quitarte la oportunidad de pedir tus tres deseos este año.

-¡Gracias, mamá! No tenías por qué hacerlo.

-Claro que si mi amor. Es tu cumpleaños y debes soplar las velitas con tu familia. Así que ve a dejar tus cosas y vuelve aquí. Abriremos tus regalos.

Con lágrimas en los ojos y el cuerpo prácticamente temblando, me dirigía la sala a dejar mi cartera. Antes de darme la vuelta, ya estaba sintiendo a mi madre y mi hermana caminar hacia mí, con un pequeño pastel en una bandeja en sus manos; que llevaba una sola velitae ncendida en el medio.

-Vamos Kaki, pide tus deseos.


Y desee una sola cosa.

Podervolver a sonreír.

Sabor a almendras -Camren-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora