CAPITULO 2

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LaurenPOV


El sol comenzaba a entrar por mi ventana y me daba justo en los ojos. 

Aún no lograba acostumbrarme a cerrar las cortinas por la noche para evitar seguir despertándome de esta forma. Lo odiaba.

Pase mis manos por mis ojos y pestañee un par de veces para ajustar mi visión. Me giré hacia la mesa de noche y pude ver que mi reloj ya marcaba las 8 AM. Debía levantarme pronto si no quería llegar tardeal trabajo, había dejado muchas cosas pendientes el día anterior, todo por apresurarme a salir con la chica que ahora yacía a mi lado, de espaldas a mí, completamente desnuda.

Era ya la segunda vez esta semana que despertaba al lado de Chloe. Una chica alta y extremadamente flaca; parecía una de esas modelos que con tal de tener el cuerpo "perfecto" pasan hambre durante días. Su pelo rubio estaba esparcido por toda la almohada, y su respiración era tan calma, que estaba segura, aún estaba totalmente dormida.

Intentandono despertarla, retiré las sábanas de mi cuerpo y me dirigí a paso lento hasta el baño. Debía tomar una ducha rápida para aun tener tiempo de desayunar antes de irme.

Al terminar el baño, me vestí; y volví a la habitación aun terminando de secar mi pelo. Al levantar la vista, vi que Chloe me miraba muy sonriente ya sentada en la cama; aun cubierta por una sábana blanca.

-Bueno días. – Exclamé, con total seriedad.

-Buenos días, Lauren...

Chloe me miraba de arriba a abajo. Pero no podía seguir perdiendo más tiempo. Me había propuesto abrir el estudio lo más temprano posible, para poder tomar mis herramientas y salir en busca de un nuevo paisaje al cual poder retratar.

-Chloe, debo correr al trabajo. Por favor levántate, debes irte.

Chloe asintió con la cabeza y comenzó a levantarse, dejando caer la sabana al piso y caminando a mi lado completamente desnuda.

¿Porqué me hacía esto?

"Lauren concéntrate. No la mires. No tienes tiempo."

Seguía repitiéndome lo mismo, una y otra vez en mi mente. Así que, para hacer mi trabajo más fácil, salí de la habitación en dirección a la cocina.

Al cabo de lo que parecieron 10 minutos, Chloe ya estaba sentada en el taburete de mi cocina, bebiendo una taza de café. Mientras yo desayunaba un bol de fruta, aun de pie al lado de la encimera.

Ella no dejaba de mirarme. Parecía continuamente un depredador que ya había descubierto la mejor presa para cazar. Y la verdad, es que por más que las noches junto a ella se seguían repitiendo, no estaba disfrutando honestamente ser cazada. No por ella. Últimamente no pornadie.

Chloe simplemente era buena en romper con la soledad que me ahogaba en las noches.

Los minutos pasaron en silencio, pero llenos de miradas. La mayoría de ella hacia mí. No era muy simpatizante de esta parte, cuando debíamos hacer que nos agradábamos más allá de lo que pasaba en la cama a la noche. Había sido siempre partidaria de dejar las cosas claras la primera vez. Las cosas se hacían a mi manera o no sucedían. Conocía a la chica, iba directo a mi cama, la hacía pasar un buen momento y al finalizar me dirigía al baño y esperaba que, al salir ella ya no estuviera allí.

Pero no sé qué sucedió esta vez. Chloe me agradaba, supongo. Me ayudaba a evitar sentirme sola. Cosa que venía sintiendo hace ya mucho tiempo. Mi última relación había terminado hacía más de dos años y grabé a fuego en mi mente no permitirme tener sentimientos en vano otra vez.

Steph, había abusado de mi ingenuidad. Tonta yo, que creí que una chica como ella podría enamorarse de mí. Debería haber adivinado antes de que todo se fuera a la mierda, de que ella solamente quería el dinero de mi familia, y que tarde o temprano me abandonaría por el primer hombre que pasara frente a ella, dispuesto a más de lo que yo podía darle.

Y eso es lo que había sucedido.

Pero se nota que no era buena aprendiendo de mis errores. Porque aquí estaba, desayunando junto a Chloe, que estaba segura quería mucho más que solo una sesión de sexo. Y tonta yo, que volvía a llamarla en medio de la noche cada vez que me sentía sola.

Cuando volví a la realidad, Chloe había terminado de desayunar y se había acercado a mí. Mire sus ojos y luego a sus labios. Solo podía pensar que ojalá alguien tocara el timbre, o sonara el teléfono para evitar este momento que ella parecía querer vivir como si ya fuéramos novias.

Sentí como posaba sus manos en el borde de mi pantalón y agarrándolo con fuerza me acercó a ella. Pude ver como cerraba sus ojos y sus labios se dirigían a los míos.

-Chloe...

-¿Sí? – Dijo en un susurro.

-Sabes muy bien que no hago esta mierda de parejas. No doy besos de buenos días, ni de despedida. No preparo desayunos sorpresas ni esperes un día venir y esperar algún cariño de mi parte. Es más, sabes que ya deberías haberte ido.

-Pero Lauren... Funcionamos tan bien juntas. Tú me llamas y yo muero por volver a verte. El sexo es maravilloso. ¡Imagina que felices podríamos ser juntas!

Yo sabía que lo que ella intentaba hacer era provocarme para nuevamente terminar en la cama, y que en un momento de debilidad le dijera que quería seguir viéndola. Pero no lo iba a permitir.

-Justamente eso Chloe. Es solo sexo. – Y en ese momento separé sus manos de mis pantalones y di un paso atrás. Pero antes de irme de la cocina le volví a recordar que debía marcharse. – Debes irte. Y yo también. Pediré un taxi para ti, junta tus cosas y ve bajando,avisaré en portería que estás de camino. Adiós. Gracias por lo de anoche.

Ignoré totalmente que cara hizo al prácticamente echarla de mi apartamento. Pero seguro me estaba odiando por ello.

Me dirigí al baño, cepillé mis dientes y arreglé mi cabello hacia un lado pasando mi mano. Cuando vi que estaba todo en orden, tomé mi bolso del mueble del pasillo y pidiéndole a Dios que Chloe ya no estuviera en mi casa, volví a la sala.

Ella ya no estaba allí.

Bien.

Tomé las llaves del auto, mi teléfono y me dirigí a la puerta. Bajé las escaleras a paso apresurado, saludé a Jeremías, el portero; un chico joven, de unos 18 años. Seguramente su primer trabajo. Y aun manteniendo una sonrisa para él, abrí la puerta del edificio y fui directamente a mi auto que esperaba por mí a unos metros de distancia.

Nota mental, agradecerle a Jeremías por abrirle la puerta la noche anterior a Chloe. Y pedirle por favor que nunca más me permita volver a caer tan bajo.

Poco sabia yo, que mi estupidez no iba a acabarse allí.



Sabor a almendras -Camren-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora