CAPITULO 79

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Lauren POV

Había sido un día un tanto agotador.

Finalmente habíamos llegado a casa y me había dejado caer sobre el sofá, para luego levantar mis piernas y dejarlas sobre la mesa nueva que había adquirido para la sala, luego de haber roto la anterior junto a Camila.

Recosté la cabeza sobre el respaldo del sofá y cerré mis ojos, intentando despejar mi mente.

A decir verdad, no quería irme de aqui. No quería dejar sola a la morena y perderme dos semanas de su embarazo. Aunque no era tanto tiempo, dos semanas significaban cambios en mi frijolito y eso se reflejaba también en Camila. 

- Hola bebé - le escuché decir, mientras dejaba un tierno beso en mi frente, estando de pie detrás del sofá.

Cuando finalmente le miré, el marrón de sus ojos brillaba tanto, que una sonrisa apareció en mi rostro. ¡Dios! Amaba a esta mujer con locura.

- Hola, menina - contesté -, ¿te sientas conmigo? - le pregunté mientras palmeaba mi muslo, indicándole que se sentara sobre mi. 

- Ajá - respondió mientras daba la vuelta para poder sentarse sobre mis piernas - quiero mostrarte algo - dijo de repente, y cautivó así mi interés.

- ¿Que es? - pregunté mientras la sentía sentarse y una vez recostó su espalda contra mi pecho recostó su cabeza en mi hombro y levantó su remera, dejando al descubierto su ya abultado vientre.

Cada día que pasaba, su tierna pancita crecía aun mas; sus hormonas se iban volviendo cada vez mas locas y Camila lucía increíblemente mas hermosa con el correr de los días. El embarazo le sentaba sumamente bien a una morena, que despertaba cada mañana con una nueva sonrisa. Y yo sabía sin duda alguna, que la mujer que tanto amaba sería una madre inigualable. 

- Dame tu mano - pidió; y apenas la levanté, la tomó para dejarla delicadamente sobre su piel -. Le gusta cuando hablas, di algo - pidió.

- ¿Cómo sabes que le gus...? - comencé a preguntarle, pero lo que sentí fué la mejor respuesta - ¡Wow! - exclamé sorprendida, no pudiendo creer que finalmente estaba viviendo este momento.

Mi pequeño niño había comenzado a moverse, y mas especial aun era sentir que lo hiciera al escuchar mi voz. Parecía que pataleaba sin descanso, queriendo escapar de allí para venir con nosotras. Y a decir verdad, estaba deseando que eso sucediera. Anhelaba tanto que llegara ese día, que finalmente pudiera verle y demostrarle cuando lo había deseado. Quería conocerle. Conocer si el color de sus ojos eran del mismo color café que tenía Camila y que yo tanto amaba, conocer si su cabello era del mismo color que el de su madre y si su carácter finalmente sería como el de la morena o como el mío. Me negaba a pensar en que Mateo, mi pequeño frijolito terminara teniendo la personalidad rebelde de un Jauregui. 

- Cada vez puedo sentirlo un poco mas, y pensé que tú también deberías poder sentirle. Le gusta mucho tu voz, cada vez que dices algo puedo sentir un burbujeo allí dentro y a veces un poco mas que eso; logro sentirle mas cuando estoy acostada, pero pensé que podría funcionar aquí también. 

- Nno... no se que decir - y algunas lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y rápidamente pude tomarlas con mi mano, evitando que siguieran cayendo. Mi pequeño niño comenzaba a hacerse notar y solo podía pensar en formas de acelerar el tiempo para finalmente tenerlo en mis brazos.

- No llores, amor - dijo apenas notó mi tono de voz, para comenzar a incorporarse.

- No, no te muevas por favor - dije impidiendo que cambiara de posición -, dejame sentirle un poquito mas - pedí.

Sabor a almendras -Camren-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora