CAPITULO 18

1.7K 146 3
                                    

Camila POV

Subí al elevador y presioné el botón de planta baja. Las puertas se cerraron lentamente y la caja metálica comenzó a descender.

Ses entía rara la tristeza que me habitaba por tener que separarme dela ojiverde. 

Si me hubieran dicho que me iría de la discoteca con una chica, terminaría en su casa y me iría de allí a la mañana siguiente; probablemente creería que me estaban mintiendo.

Pero no me arrepentía de nada de lo sucedido.

Lauren no me había forzado en ningún momento; se había preocupado por hacerme sentir segura y solamente puso sus manos en mi porque yo la había provocado. Se aseguró de ser tan cuidadosa conmigo, que se sentía irreal.

Ahora no sabia como hacer para sacarla de mi mente en los días siguientes, ni siquiera me había ido de allí y ya comenzaba a sentir su falta.

El elevador se detuvo cuando llegamos al destino, planta baja. 

Se oyó un pitido y las puertas se abrieron lentamente. Cuando estuvieron totalmente abiertas, comencé a descender. Jeremías estaba sentado en una silla giratoria, detrás de su gran escritorio de madera. Al verme, se puso de pie inmediatamente y me sonrió. Sonreí en respuesta y comencé a caminar hacia él.

-Buenos días, señorita. -dijo cordialmente el joven.

-Buenos días Jeremías. - dije con una sonrisa en mi rostro.

-¿Puedo pedirle un taxi? - dijo encaminándose nuevamente a su escritorio.

- No es necesario, Lauren ya está por bajar - respondí - ¡Gracias!

- No es nada, señorita. Estoy a las órdenes.

Antes de que Jeremías terminara de hablar, las grandes puertas de vidrio que daban acceso al edificio se abrieron de forma brusca. Cuando dirigí la mirada hacia allí pude ver que entraba una chica de gran altura y pelo rubio. Su cuerpo era sorprendentemente delgado, pero ella parecía sentirse cómoda con ello.

Al verla caminar de forma decidida hacia el joven, me aparté unos metros del lugar, dándole espacio.

-Hola - dijo con voz de desprecio hacia el chico - necesito que llames a Lauren por mi.

El chico vaciló entre que hacer o que responderle a la rubia.

-¡Ya! - dijo dejando salir un grito-.

-Mmm... La señorita Lauren está por bajar en unos minutos, si desea puede esperar por ella aquí. - dijo señalando uno de los sillones a su izquierda.

-Y... ¿Cómo sabes tu que bajará en unos minutos? - dijo quitándose los lentes de sol y colocándoselos sobre la cabeza.

jeremías tragó en seco.

- La señorita - dijo mirando en mi dirección - me lo acaba de decir.

La rubia se giró como si fuera un rayo y clavó su mirada asesina en mi. Sus ojos decían que querían despedazarme, su mente seguramente ya lo había hecho.

-¿Se puede saber quién eres tú? -dijo con un tono de voz autoritario.

Dudé en si responder o no.

-Camila...

- ¿Y qué mierda hacías tu con Lauren? - dijo acercándose aún más a mi.

- No creo que le importe lo que haga o deje de hacer... dije manteniendo mi postura sin despegar mis ojos de los suyos.

- Me importa lo que hagas con mi novia -dijo firmemente.

En ese momento sentí mi mundo caerse de a pedazos. Debía haberlo sabido. Nunca nada podía salirme bien. Todo había sido demasiado perfecto para ser verdad. Y ahora, el castillo que había creado en mi mente para mi ángel, se había convertido en un montón de escombros.

Pude sentir como mi garganta se cerraba, mis piernas comenzaron a aflojarse y mi corazón no podía dejar de golpear en mi pecho. Mi estúpido pecho, que ya había creado la idea de dejar un lugar en él para compartir con la ojiverde.

No quería derrumbarme frente a nadie; menos frente a la mujer y al joven, que había visto la noche anterior como subía al apartamento de Lauren y no había vuelto a salir hasta ahora. Seguro estaba pensando que era una cualquiera. Y no podía darme el lujo de seguir perdiendo la dignidad. Si era que quedaba algo de ella. Y en este momento, lo dudaba.

Así que bajo un impulso me dirigí hacia las puertas de vidrio, abrí una de ellas de forma violenta y me fui de allí con la rapidez de un rayo. 

Lágrimas habían comenzado a formarse en mis ojos, algunas de ellas caían y otras amenazaban con hacerlo. Camine a de forma apresurada lo que parecieron ser unas 3 o 4 cuadras; y llegando a la esquina paré un taxi.

Y no volví a mirar atrás.

El taxi finalmente se detuvo frente a mi casa. Esperaba que mi madre no estuviera allí y tampoco Sofi; no quería que me vieran con los ojos hinchados por haber llorado todo el camino de vuelta.

Bajé del automóvil y luego de subir los tres escalones que me llevaban a casa, abrí la puerta. Como si mis plegarias hubieran sido escuchadas, la casa estaba desierta. Las luces estaban todas apagadas y el silencio llenaba cada rincón.

Dejé las llaves en la pequeña mesa junto a la puerta, el bolso en el sofá y caminé directamente a mi habitación. Cuando estuve allí simplemente me dejé caer en la cama. Sin siquiera quitarme el calzado.

No entendía que me estaba pasando exactamente. 

No era posible que ya me hubiera ilusionado con una chica que apenas conocía ¿O si?

Mi cuerpo comenzó a temblar, mis ojos volvieron a llenarse de lagrimas y el nudo en mi garganta cada vez me hacía más presión.

Ella estaba en pareja y lo que había sucedido entre nosotras estaba mal. Estaba furiosa conmigo misma por haber permitido que todo aquello hubiera sucedido. Pro no tenía forma de haberlo sabido antes. Tenía que olvidarla. Tenía que sacarla de mi cabeza. Simplemente no sabía como hacerlo. Pero lo intentaría.


¿Cómo pude ser tan estúpida?

¿Porque había confiado en ella tan ciegamente?

¿Porque fue tan cuidadosa conmigo si tenia novia?


¿Porque me sentía tan herida?

¿Porque no podía sacarla de mi mente?


¿Porque mi ángel de ojos verdes no venía a por mi?





Sabor a almendras -Camren-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora