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El sol se ponía sobre la aldea oculta de la hoja, pintando el cielo con tonos cálidos y anaranjados. Suki Uchiha, se encontraba en el tejado de la casa familiar. Sus ojos oscuros reflejaban el crepúsculo, mientras sus pensamientos se perdían en la reciente batalla contra Code.

Aún resonaban en su mente las palabras del séptimo Hokage. La decisión de mantener en secreto el intento de asesinato de Kawaki había dejado un nudo en su garganta, pero debía cumplir con la orden del séptimo Hokage, aunque le causara un mal sabor de boca. 

Suki suspiró mientras se ajustaba el protector de la aldea en la frente. Decidió bajar al jardín trasero, donde la brisa suave acariciaba las hojas de los árboles. La brisa fresca acariciaba el rostro de Suki mientras se encaminaba hacia el laboratorio de Konoha. 

Al llegar al laboratorio, Amado la recibió con su habitual expresión imperturbable. Suki sentía una mezcla de recelo y curiosidad cada vez que se encontraba con él. Amado era el único que poseía información crucial sobre los Otsutsuki, pero su aura misteriosa y su manera calculadora despertaban desconfianza en más de uno.

-Suki Uchiha, veo que estás aquí para la revisión de tu cicatriz.- dijo Amado con su tono frío y directo.

Suki asintió con seriedad. La cicatriz en su brazo era el resultado de los poderes que le habían sido otorgados en un intento por detener la amenaza Otsutsuki hace tiempo. A pesar de la inquietud que le generaba, sabía que debía mantener un equilibrio entre su desconfianza y la necesidad de continuar con el seguimiento de su marca.

Amado la examinó detenidamente, inspeccionando la cicatriz con meticulosidad. La conversación transcurría entre silencios incómodos, interrumpidos solo por el crujir de los equipos y la luz parpadeante de los monitores.

-Sigue mostrando una asombrosa adaptación a los cambios.- mencionó Amado, rompiendo el silencio. -Pero aún queda mucho por descubrir sobre el potencial de esos poderes.

Suki se mantuvo frente a Amado, con una mezcla de cautela y determinación en su mirada. Hablar con él siempre generaba una tensión palpable, pero necesitaba obtener más información sobre el poder que ahora residía en su cuerpo.

-La medicina que me proporcionaste ha sido útil.- comenzó Suki, buscando romper el hielo entre ellos. -Ha reducido el dolor cuando utilizo el chakra de la cicatriz.

-Es parte del proceso de adaptación. El cuerpo necesita tiempo para asimilar y controlar esos poderes.- Amado asintió ligeramente, su expresión apenas cambiando.

Suki se preguntaba cuánto de lo que decía Amado era verdad y cuánto ocultaba. Las sombras de la desconfianza aún persistían en su mente, pero el alivio que la medicina le proporcionaba no podía ser ignorado.

-¿Qué más debería esperar?- preguntó Suki, su tono mostrando una mezcla de ansiedad y determinación por conocer la verdad.

-El poder que posees es complejo.- Amado sostuvo su mirada, evaluando cada gesto y palabra de Suki antes de responder. -A medida que lo domines, descubrirás nuevas habilidades y limitaciones. Mantener el equilibrio entre control y descontrol será crucial.

Suki se preparaba para volver a hacer una pregunta a Amado, cuando la puerta se abrió de golpe, revelando la figura de Shikamaru. Su entrada repentina y su expresión fruncida dejaron en claro su sorpresa y preocupación.

-Suki, no esperaba encontrarte aquí.- bufó Shikamaru, sin ocultar su desconcierto. Su mente estratégica estaba claramente enfocada en algún plan que ahora se veía interrumpido por la presencia de la joven Uchiha.

Suki, desconcertada por la repentina interrupción y la tensión en el ambiente, observó cómo Shikamaru, visiblemente frustrado por su presencia, cerró la puerta del laboratorio con rapidez, bloqueándola con la contraseña de acceso. Un clic resonó en la habitación, sellando temporalmente la salida.

La Sombra de la Arena. (Shinki Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora