La Sombra de la Arena. (Shinki Y Tú)

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Suki irrumpió en la oficina del Hokage con una urgencia marcada en su paso, encontrándose con Naruto, Sasuke, Shikamaru, Kawaki y Boruto reunidos. La tensión en la habitación era palpable, reflejando la gravedad de la situación.

Con voz firme y detallada, Suki relató todo lo acontecido en la guarida de Code, explicando cada momento de la tensa interacción con Ada, Daemon y Code. Mientras hablaba, el ambiente en la habitación fluctuaba entre la preocupación y la incredulidad ante los eventos que había presenciado.

Shikamaru, con su característica astucia, escuchó atentamente y comprendió la dificultad de la situación. Aunque reprendió a Suki por su acción precipitada, entendió que la desconfianza hacia los androides era compartida por todos. Sabía que tener a Ada y Daemon como aliados potenciales sería un recurso valioso para la aldea, si se podía manejar adecuadamente.

La reunión concluyó rápidamente, ya que Suki no tenía mucho más que aportar. Esa tarde, Shikamaru recibió una llamada de Amado, marcando el inicio de una nueva fase en la situación con Ada y Daemon. Explicó que había logrado persuadir a Ada para que se quedara la aldea de la hoja, aunque con una condición estricta: Suki no podía acercarse ni siquiera a la misma área donde estuvieran ella o Kawaki. La petición de Ada fue aceptada sin problemas.

La noticia rápidamente generó discusión entre aquellos presentes en la oficina del Hokage. A pesar de la desconfianza generalizada hacia los androides, reconocían la importancia de mantenerlos vigilados. Se decidió que Ada y Daemon estarían bajo la estrecha supervisión del equipo 7, conformado por Boruto, Sarada, Mitsuki y el recién incorporado Kawaki.

La noticia de la llegada de Ada a la aldea se difundió rápidamente, generando diversas reacciones entre los habitantes de Konoha. La tensión estaba en el aire, pero también la expectativa de descubrir más sobre los misterios que rodeaban a los androides y su conexión con los eventos recientes. 

En un tranquilo rincón de los terrenos de entrenamiento, Suki se dedicaba a perfeccionar su técnica de lanzamiento de shurikens. Su concentración era palpable mientras el metal cortante surcaba el aire con precisión, buscando alcanzar los blancos marcados en los árboles cercanos.

Sasuke, su padre, permanecía en la distancia, observando con atención los movimientos gráciles y precisos de su hija. Mantenía su típica serenidad mientras observaba los movimientos de su hija. Suki, en medio de su práctica, no dejaba de expresar sus inquietudes.

-¿Por qué el séptimo confía tanto en ellos? Me refiero a Ada, Daemon, Amado... incluso a Kawaki.- murmuraba Suki, algo molesta, entre lanzamientos de shurikens. -Lo entiendo... supongo. Kawaki es solo un problema. Pero todos los demás... son demasiadas molestias.- Suki lanzó un shuriken con un poco más de fuerza de la necesaria, marcando un árbol con un corte profundo. -Entiendo que el séptimo solo quiere ayudarlos, solo... me preocupa que no este viendo las cosas claras.

Sasuke se acercó con tranquilidad mientras Suki lanzaba los shurikens con intensidad. Observó los movimientos de su hija y, en un momento oportuno, intentó abordar sus preocupaciones.

-Sé que no te sientes cómoda con la presencia de Ada, Daemon y los demás.- comenzó Sasuke, tratando de infundir calma en la situación. -Pero confío en la decisión de Naruto. Si él cree que es lo mejor, entonces merece nuestro apoyo.

-Pero ¿cómo puedes confiar en ellos? Todos parecen sospechosos y sus comportamientos son nefastos.- dijo con cierto disgusto, manifestando su escepticismo.

-Entiendo tus dudas. Si dependiera solo de mí, las cosas podrían haberse resuelto de una manera diferente y más rápida.- admitió con sinceridad. -Pero Naruto siempre ha sido así. Siempre ha creído que las personas pueden cambiar, merecen segundas oportunidades.