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La atmósfera en la casa Uchiha era tensa aquella mañana. El rechinar de las cucharas mezclado con un silencio preocupado llenaba la pequeña estancia de la cocina. Suki y Sarada, sentadas a la mesa, apenas tocaban el cereal en sus platos, sumidas en sus propios pensamientos y preocupaciones.

Frente a ellas, Sakura caminaba de un lado a otro con gestos agitados, reflejando su intranquilidad. Su expresión denotaba tanto preocupación como frustración, su mente divagaba entre las explicaciones de sus hijas sobre los eventos recientes y la incertidumbre por la situación actual de Sasuke.

El sonido intermitente de los pasos de Sakura resonaba en la habitación, rompiendo el silencio incómodo mientras ella intentaba ordenar sus pensamientos y entender la complejidad de la situación. Era evidente que las explicaciones de sus hijas habían sembrado dudas y ansiedades en su mente, y la incertidumbre sobre el paradero y estado de su esposo y el amigo de sus hijas no hacía más que acrecentar esa inquietud.

La frustración de Sakura se entrelazaba con la ansiedad que le producía la situación. Aunque sus hijas trataban de explicarle lo ocurrido, el efecto del poder de Ada la dejaba perpleja, incapaz de comprender completamente lo que le explicaban. Para ella, Boruto seguía siendo el enemigo, y no lograba reconciliar lo que veía con las palabras de sus hijas.

Cada intento de entender lo sucedido solo generaba más confusión y malestar. La idea de que Sasuke, su esposo, nuevamente fuese considerado un traidor le llenaba de molestia y angustia. La incertidumbre, la falta de control sobre la situación y la sensación de estar atrapada en un enigma del que no podía escapar incrementaban su frustración.

Entre bufidos y gestos de impotencia, Sakura se detuvo un momento, apoyando sus manos en la mesa. Miró a sus hijas con una expresión mezcla de preocupación y anhelo, deseando comprender lo que estaba pasando pero sin hallar la claridad que necesitaba.

Suki se inclinó ligeramente hacia Sarada y le habló en un susurro apenas audible por encima del murmullo en la cocina.

-Creo que es mejor dejar de intentar explicarle, al menos por ahora. No vamos a llegar a ninguna parte y no queremos que Ada se dé cuenta de que tú también eres inmune a su poder. Hay que ser cautelosas.

Sarada asintió con gesto resignado. A pesar de su deseo por ayudar a su madre a entender lo ocurrido, sabía que era un callejón sin salida. Suspiró con frustración, sintiéndose impotente por no poder hacer más.

-Tienes razón, Suki. No vamos a lograr nada. Solo espero que papá y Boruto estén bien, ya sabes lo que puede pasar si se mantienen juntos.

Las palabras de Sarada resonaron con preocupación, evidenciando su inquietud por la seguridad de su padre y de Boruto, cuya fuga podría desencadenar consecuencias aún más complejas.

-Ada tiene una buena impresión de mí, incluso me considera una amiga, por lo que sería mejor mantener las cosas así. En cambio, es un problema que tú no le agrades...- añadió Sarada mientras jugueteaba nerviosa con el borde de sus gafas.

-No me preocupa si le caigo bien o no a Ada.- respondió con cierta reserva. -Lo que realmente me preocupa es lo que puede hacer con su poder. Si logra descubrir que aún puedes resistirlo, seríamos un blanco mucho más claro para ella.

Sarada asintió, comprendiendo la preocupación de su hermana. Ada tenía un poder desconcertante y no sabían hasta dónde podía llegar si se daba cuenta de que aún había resistencia a su habilidad. La incertidumbre sobre sus intenciones era una carga pesada sobre sus hombros.

-Está claro que yo le caigo mal, pero puedo afrontar lo que sea que quiera hacer conmigo. Me mantiene tranquila saber que ella no sabe que eres inmune, por lo que no serás un blanco posible.- Dijo Suki mientras se levantaba para dejar su plato casi vacío de cereales, pues ya no tenía apetito.

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⏰ Última actualización: Jan 06 ⏰

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La Sombra de la Arena. (Shinki Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora