La Sombra de la Arena. (Shinki Y Tú)

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-¡esas heridas están sanando muy rápido! ¿¡estás segura que no has aplicado nada de ninjutsu médico en ellas!?-preguntó una Sakura sorprendida mientras miraba a la mayor de sus hijas.

-segura, solo algunas vendas y gasas. Ese es mi secreto.-rodó los ojos, pues su madre había estado preguntando lo mismo toda la semana.

-pero Gaara-Sama dijo que todas tus heridas eran graves.

-ni tanto. Sigo viva.-habló con superioridad recibiendo un zape de su hermana.

-sigo sin entender como te caíste de un toro mecánico y te causaste heridas graves.-Sarada sobó su sien con fastidio.

-el toro estaba al lado de un barranco y me caí por ahí.-le sonrió mientras trataba de mentirle a su hermana.

-eso sigue sin ser posible.-bufó.-¿qué tu noviecito no pudo salvarte con su arena de hierro.-Suki se sonrojó instantáneamente y se abalanzó contra ella sacudiéndola por los hombros.

-¡Shinki no es mi novio!-elevó la voz causando la risa de su madre y hermana.

-el hijo del Kazekage, ¿eh?-acusó Sakura dándole unos leves codazos.

-¡mamá!-Suki la miró con rendición y Sarada aumentó su risa.

-vamos, cariño, puedes contarme lo que sea, soy tu madre.-le dedicó una mala mirada a Sarada y ella solo trataba de aguantar la risa.

-tranquila, si Shinki no siente lo mismo, siempre estará Ayara para consolarte.-al terminar de hablar volvió a reventar en risas recibiendo un golpe de su hermana.

-¡basta!-trató de esconder su cara totalmente roja mientras seguía golpeando a su hermana.

-¿te gustan los de la arena?-acusó su madre incrementando las risas de Sarada.

-¡Mamá, no! ¡Shinki es mi amigo y aparte es hijo del Kazekage!-hizo una pequeña pausa antes de seguir hablando.-¡y ni hablar de Ayara, él no!

-¿pero Shinki sí?-la miró pícara su madre a lo que Sarada la miró con curiosidad y Suki gruñó con fastidio.

-es mi amigo y de verdad le tengo mucho aprecio.-suspiró.-pero no negaré que se ve muy lindo sin su maquillaje.-se cruzó de brazos y habló rápido.

-¡lo sabía! ¡ya tengo cuñado!-Sarada y Sakura rieron.

-¡basta, que no! ¡mejor olvídenlo!

-vamos, Suki.-Sarada la abrazó por los hombros.-¿qué tiene de malo?

-dejemos de hablar de mí.-miró mal a su hermana.-mejor voy a dar un paseo.-se colocó sus sandalias y se dispuso a salir.

-regresa pronto.-Suki asintió y salió cerrando la puerta tras de ella.

Comenzó su paseo caminando hacia los campos y al llegar y no ver a nadie empezó a practicar su puntería lanzando algunas piedras al río causando el rebote de estas.

Mientras lanzaba las piedras logró ver algo negro que luchaba por salir del agua, era arrastrado por la corriente y por su pequeño tamaño le era imposible salir sin ayuda.

Suki concentró chakra en las plantas de sus pies y fue tras la cosa negra, al sacarlo del agua y sostenerlo por los aires se dio cuenta que era un pequeño perro y al revisar se dio cuenta que era una hembra.

-¿te perdiste, pequeña?-Suki regresó a la orilla con el animal en brazos y comenzó a inspeccionar el cuerpo de ella.-estás herida...-notó al ver que se quejaba cuando le tocaba su pata delantera derecha.-te llevaré a un veterinario

Con el cachorro en brazos, Suki fue a paso veloz hasta llegar con el veterinario donde vendaron la pata de la perrita y le colocaron un palo para que ayudara a sanar.

-tu mascota estará bien, solo tiene que descansar.-le sonrió el veterinario entregándole el perro a la azabache.

-eh...-rascó su nuca mientras tomaba al perro.-no es mío, lo encontré y como estaba herido lo traje aquí.

-es una lastima, si quieres puede quedarse aquí en lo que buscamos una familia que quiera adoptarla.

-yo...-miró al cachorro quién lamía su mano y una sonrisa se formó en el rostro de la Uchiha.-será mejor que me la lleve hasta que llegue alguien que la quiera.

-perfecto.

Suki llenó una pequeña forma para la adopción del perrito, el veterinario le dio una pequeño platito y una bolsa de comida pequeña para que el cachorro no pasara hambre.

La Uchiha volvió a casa con la perrita en brazos pensando que le diría a su madre pues le había puesto la regla de cero mascotas en casa.

Al llegar escondió al perro tras suyo y corrió hasta su habitación que para su buena suerte estaba vacía.

Dejó al perro sobre la cama y sirvió un poco de agua y comida viendo como comenzaba a tomar de esta.

-Suki, mamá te está hablando.-entró Sarada a la habitación con el ceño levemente fruncido.

-Sarada, necesito tu ayuda.-le tapó la boca al ver que ya había visto al perro y estaba a nada de gritar.-lo encontré, esta herido y tenemos que quedárnoslo hasta que le encuentren una familia. Pero no ayudarás si gritas y atraes la atención de mamá.

Quitó la mano de la boca de su hermana al ver que ella comenzaba a asentir.

-sabes que mamá tiene prohibido las mascotas en casa.-susurró mientras miraba al perro.

-ella no se enterará, cuando le llegue una familia solo lo sacaremos sin que mamá se dé cuenta y ya.

-¿cómo lo cuidarás cuando estés fuera?

-tengo una semana libre, si en esa semana no llega nadie lo dejaré con Inojin, él me debe un favor.-entrecerró los ojos de forma acusatoria.

-bien, yo no diré nada.-acarició al perro y fue a la salida.-será mejor que vayamos a comer sino mamá vendrá a buscarnos.

Suki lo bajó de la cama y salió con su hermana. La comida de la familia iba del todo normal, al terminar vieron la televisión por unos cuantos minutos hasta que Suki se levantó de su lugar.

-iré a jugar videojuegos.-sonrió de lado y corrió a su habitación.

Al llegar pegó un gritó al ver que su habitación estaba hecha un caos y la cachorrita solo movía la colita con alegría al ver a la azabache.

-¿¡está todo bien, Suki!?-gritó Sakura desde la sala.

-¡si!-se apresuró a decir.-¡yo solo!..-pensó sus palabras.-¡me golpeé el dedo pequeño del pie!-frunció el ceño con confusión por su respuesta.

-¡déjame ver!-al oír que se levantaba del salón cerró la puerta de su habitación mientras se apoyaba en ella.

-¡no, está todo bien!

Ya no escuchó nada más y se apresuró a limpiar todo el desastre mientras que la pequeña cachorra solo tiraba de la pierna de Suki tratando de jugar.

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-Eurídice.