Alfonso Herrera
Lo primero que hice nada más de entrar en mi despacho fue encender el
ordenador y consultar las reuniones que la señorita Puente había agendado
para mí aquel día. Sabía que tenía cita con Grant Rawlins, un magnate
canadiense que estaba pensando ampliar su mercado en Estados Unidos, pero
no tenía ni idea de con quién más tenía que reunirme.
Metí mi clave y navegué por el programa de la empresa hasta la agenda.
La señorita Puente había cambiado en parte el modo en que trabajaba
Teresa. Era mucho más claro, intuitivo y detallado. De un solo vistazo supe
cuántas reuniones tenía, a qué horas y con quién, y, además, había ideado un
sistema por el que saltaría un recordatorio en mi ordenador avisándome de la
reunión que tuviera. Lo activé para ese día, puesto que ella no estaba.
Salí de la agenda y por curiosidad piqué en el listado de clientes, para ver
si tenía la base de datos actualizada. No solo estaba al día, sino que podías
buscar la información por el nombre de la empresa, nombre del
gerente/director, proyecto que se desarrolló, fecha de inicio del proyecto,
fecha de finalización...
Fruncí el ceño.
La señorita Puente era organizada, aplicada y eficiente como un
ratoncillo. Quién lo diría viendo cómo tenía a veces de desordenada su
mesa...
Jerry tenía razón. Era brillante. La señorita Puente me recordó a uno de
esos genios que son tan geniales (perdonadme la redundancia) en su campo
como excéntricos y desordenados en su vida cotidiana. Para ser franco, no sé
por qué me sorprendía, pese a todo. Yo sabía que lo era. Lo había podido
comprobar en los informes y dosieres que le ordenaba hacer. Incluso en el de
la discordia, el que le había mandado realizar sobre la solvencia económica
de la compañía para preparar la oferta de cara a la licitación pública de obra
que íbamos a presentar. Entonces, ¿por qué me había puesto así con ella por
un error? Era un error estúpido. Ella lo sabía y yo también.
Me había puesto como un basilisco con ella porque era un cabrón. Así de
sencillo. La había tomado con la señorita Puente sin ser la culpable de nada.
Había sido una víctima en mis manos.
El primer recordatorio saltó en mi ordenador con una ventana emergente
que me avisaba de que tenía una reunión con Grant Rawlins dentro de diez
minutos. Salí de mis pensamientos con un par de pestañeos y cogí las
carpetas con la información que iba a mostrarle y que la señorita Puente
había dejado preparadas el día anterior.
Estaba en esas cuando Jerry tocó a la puerta.
—Alfonso, Grant Rawlins está ya en la sala de juntas —me informó.
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Cicatrices
Fanfiction(Aclaración: esta historia es una adaptación de una novela original. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada) Sinopsis: Anahí es una becaria que entra a trabajar en una prestigiosa empresa americana. Alfonso es...