Alfonso Herrera
Me llevé el plato y los cubiertos a la cocina y los fregué junto con la sartén
y los cacharros que había utilizado para hacer la tortilla. Sí, lo estáis leyendo
bien. Lo fregué, aunque no me puse ningún delantal, pero lo fregué. Una
acción que no hacía ni siquiera en mi casa. Si no lo hacía el lavavajillas, lo
hacía la asistenta.
Mientras enjuagaba las cosas bajo el grifo me pregunté por qué estaba
haciendo todo aquello. Por qué estaba en la casa de la chica de prácticas,
cuidándola y fregándole los platos... ¿Qué me había incitado o impulsado a ir
a su casa? ¿Y a quedarme? ¿Y a hacerle la cena? ¿Y a fregarle los platos?
¿Cuándo había hecho yo algo igual o parecido?
¿Me sentía mal por el trato que le había dado sin merecérselo? ¿Por
haberla dejado todo el día en la oficina calada hasta los huesos en vez de
mandarla a casa? ¿O había algo más? Algo que se me escapaba de las
manos...
No, no había nada más. ¿Qué podría haber? Nada. Absolutamente nada.
Simplemente era una forma de recompensarle y de acallar mi conciencia.
Cuando volví al salón, la señorita Puente se había quedado dormida. Su
pecho ascendía y descendía pausadamente debajo de su gracioso pijama de
pingüino. Le había disminuido la fiebre, así que la arropé con la manta para
que no se quedara fría.
Hasta ese momento no me había dado cuenta de que no había cenado. Ni
siquiera había llegado a casa cuando decidí ir a ver a la señorita Puente y mi
estómago solo estaba con un café que me había tomado a mitad de la tarde en
la oficina.
Fui de nuevo a la cocina y me fijé que encima del frigorífico había varias
cajas de cereales. Estiré la mano y cogí una de ellas. Eran los famosos Froot
Loops. Al lado había una caja de Cocoa Puffs y otra de Cocoa Pebbles.
Me descubrí sonriendo mientras observaba los coloridos dibujos. ¿Por qué
no me sorprendía que la señorita Puente tuviera todas esas cajas encima de
la nevera? Lo raro hubiera sido que una persona como ella no tuviera cajas de
cereales. Esas cajas de cereales, precisamente. Los cereales que comen los
niños.
—Si es que es como una niña pequeña... —musité.
Me la imaginé sentada como un indio en el sofá, con un enorme bol
decorado con colores chillones, hasta arriba de cereales con leche (porque
habría más cereales que leche, eso seguro) mientras veía alguna comedia de
situación americana tipo Mom, Dos hombres y medio, Los Goldbergs, The
Big Bang Theory, The Middle o la archiconocida Friends. Le pegaba tanto.
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Cicatrices
Fiksi Penggemar(Aclaración: esta historia es una adaptación de una novela original. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada) Sinopsis: Anahí es una becaria que entra a trabajar en una prestigiosa empresa americana. Alfonso es...