Era media mañana cuando nos pusimos a desayunar encima de la isleta de
la cocina, aunque más que una isleta era un continente.
—Siento no tener Froot Loops —se burló de mí Alfonso, mientras sacaba un
cuenco de fruta de la nevera y lo ponía sobre la superficie de mármol granate
de la isleta.
Lo fulminé con la mirada desde el taburete en el que estaba sentada.
—Muy gracioso —dije con retintín—. ¿No vas a dejar nunca de burlarte?
—Déjame que lo piense... —Puso cara de estar reflexionando sobre lo
que le acababa de decir—... No —respondió finalmente.
—Eres un idiota —solté.
Me apuntó con el dedo índice.
—Que no se te olvide que soy tu jefe —dijo, fingiendo seriedad.
Le saqué la lengua con todas las ganas. Él comenzó a descojonarse. La
cocina se llenó de sus carcajadas sonoras y masculinas y yo notaba como me
derretía por dentro. Dios, estaba loca por él. Me di cuenta en aquel preciso
instante (por si tenía dudas).
Sacó la leche del frigorífico y me la tendió para que me llenara la taza.
—¿Sabes una cosa? —dijo, abriendo un cajón y sacando unos cuantos
cubiertos.
—¿Qué?
—Es lo que cené aquella noche en tu casa. Me llené de Froot Loops ese
espantoso bol de corazones que tienes. —Me miró de reojo para ver mi
reacción. Me estaba picando.
Puse cara de indignada.
—¿Cómo te atreves a decir que mi bol es espantoso? —dije—. Qué
desagradable eres —fingí sentirme ofendidísima.
—No estaban mal del todo.
Di una palmada encima de la isleta.
—¿Ves?, tú también sucumbiste a los Froot Loops —me reí, haciendo
aspavientos.
Se sentó frente a mí.
—No los comía desde que era un niño —me confesó.
—Te gustaron y lo sabes.
—Sí, tienes razón. —Su rostro adoptó una expresión seria—. Aquella
noche que estuve cuidándote me di cuenta de muchas cosas...
Di un sorbo de mi café con leche y lo miré por encima del borde de la taza
un poco extrañada.
—¿Ah, sí?
—Sí.
—¿De qué te diste cuenta? —le pregunté, dejando la taza sobre la isleta.
—Por un lado, de que hace años que no me sentaba a leer tranquilamente
un libro. Algo tan simple como leer un libro. La sensación fue... —Alzó los
hombros—... maravillosa. Mis días están colapsados de reuniones, comidas
de negocios, llamadas telefónicas o viajes... Y entre tanta vorágine y tanto
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Cicatrices
Fanfic(Aclaración: esta historia es una adaptación de una novela original. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada) Sinopsis: Anahí es una becaria que entra a trabajar en una prestigiosa empresa americana. Alfonso es...