Alfonso Herrera
—No, no lo está —dije.
La señorita Puente se afanaba por disimular las lágrimas, pasándose las
manos por la cara una y otra vez, pero no lo conseguía.
—¿Qué le ocurre? —le pregunté.
—Nada, de verdad —contestó con la voz tomada por la emoción.
Naturalmente, estaba mintiendo.
Miré en derredor. El comedor se encontraba vacío, pero algunos
empleados pasaban por delante de la puerta y se quedaban mirando, curiosos.
No me lo pensé dos veces. No tenía por qué hacerlo. Me incliné, le cogí la
mano y tiré de ella para que se levantara de la silla.
—Venga conmigo —dije.
La señorita Puente me miraba con los ojos llenos de confusión mientras
la arrastraba junto a mí.
Salimos del comedor y la llevé de la mano a una de las salas de juntas de
ese mismo pasillo. No me importó si nos encontrábamos con alguien por el
camino y veía que la tenía cogida de la mano, solo quería saber qué le pasaba,
qué mierda le tenía en ese estado. No me gustaba verla llorar y eso era lo
único que me interesaba averiguar en ese momento. Quien nos viera era libre
de pensar lo que quisiera.
Abrí la puerta, la metí dentro y cerré a mi espalda. El cuerpo le temblaba
en mitad de la estancia.
—Dígame qué le pasa —dije con voz suave.
En el breve trayecto hasta la sala de juntas los ojos se le habían vuelto a
llenar de lágrimas y se veían rojos. Sacudió la cabeza, negándose a responder,
mientras se acariciaba los brazos. Pero yo no me iba a dar por vencido.
—¿Ha discutido con algún compañero? —le pregunté.
Verla así me estaba matando. Su vulnerabilidad empezó a darme miedo
porque me atraía.
Negó con la cabeza.
—No —susurró, sorbiendo por la nariz.
Maldita sea, apenas le salían las palabras.
—¿Algún compañero le ha hecho un comentario despectivo? —seguí
tanteando.
Volvió a negar.
—¿He sido yo? ¿Le he dicho algo fuera de tono? Muchas veces meto la
pata y no me doy cuenta.
—No, señor Herrera, no ha sido usted —sollozó.
Empecé a desesperarme por su silencio.
—¿Entonces?
Súbitamente prorrumpió a llorar.
Oh, joder...
No quería verla así. No, Dios. Se me estaba cayendo el alma a los pies.
Me acerqué a ella y la envolví en mis brazos. Estaba rígida por los nervios.
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Cicatrices
Fiksi Penggemar(Aclaración: esta historia es una adaptación de una novela original. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada) Sinopsis: Anahí es una becaria que entra a trabajar en una prestigiosa empresa americana. Alfonso es...