Alfonso Herrera
Entré en Anahí despacio, disfrutando de cada centímetro que hacía mío,
hasta que no hubo nada aparte de ella. Quería estar tan dentro que no supiera
quién era quién.
El deseo se adueñó de mí, arrasando con todo lo que pensaba, con todo lo
que sabía, con todo lo que era, con lo que creía ser. Ese era el poder de Anahí.
Ella tenía la capacidad de que me olvidara de todo lo que era y había sido.
La abracé y marqué un ritmo pausado con las caderas. Quería torturarla
hasta que no pudiera más.
—Más rápido, Alfonso... Por favor... —me pidió.
—No, hoy quiero hacértelo despacio, quiero sentirte, chiquitina...
Suspiró resignada.
Durante un rato me balanceé sobre su cuerpo, entrando y saliendo de ella.
Su suavidad y su calidez eran de otro mundo.
—Joder, me estás matando... —dijo.
Sonreí con malicia.
Me dejé caer a un lado y tiré de Anahí para sentarla sobre mí.
—Yo... ¿encima? —preguntó cortada.
—Sí —respondí.
—Alfonso, se me ven mucho las cic...
—Shhh... —la silencié.
Puse las manos en sus caderas y la moví adelante y atrás para ayudarla a
coger el ritmo. Apreté los dientes cuando empezó a follarme. Santo Dios...
Quería que no acabara nunca, estar así toda la puta vida, con Anahí
montándome.
Las sombras que provocaban las llamas de la chimenea jugueteaban en su
cuerpo dándole un aire místico y tremendamente sensual. Su melena caía
larga por sus hombros con destellos anaranjados. La aparté un poco hacia los
lados y le acaricié los pechos. Mis manos recorrieron su redondez. Pellizqué
sus pezones con el índice y el pulgar hasta que se pusieron duros como
piedras.
Anahí gimió, arqueándose ligeramente hacia atrás.
Llevada por el instinto, empezó a moverse encima de mí. Sus piernas
rodeaban firmemente mis caderas y sus manos acariciaban mi torso, dejando
un reguero de fuego por donde pasaban. ¿Cómo me podía poner tan caliente?
No recuerdo que una mujer me haya excitado tanto en mi vida, ni siquiera
Katrin, a la que quería con devoción.
Se inclinó sobre mí, bajando la cabeza hasta mi cuello y hundiéndose en él
entre jadeos de placer. Me mordí el labio de abajo tan fuerte cuando noté su
aliento en mi piel que me hice daño. Era una jodida locura. Todo lo que
sentía, todo lo que me recorría el cuerpo era una jodida locura.
Mi sangre se había convertido en lava y corría por mis venas,
abrasándome. Y yo solo deseaba que ese fuego me quemara hasta reducirme
ESTÁS LEYENDO
Cicatrices
Fanfic(Aclaración: esta historia es una adaptación de una novela original. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada) Sinopsis: Anahí es una becaria que entra a trabajar en una prestigiosa empresa americana. Alfonso es...