Alfonso Herrera
Me palpé varias veces los bolsillos del pantalón buscando las llaves de mi
coche, pero caí en la cuenta de que estaban en la chaqueta que ahora llevaba
puesta la señorita Puente. ¿Cómo cojones había acabado parte de mi ropa en
el cuerpo de la becaria?
Por el amor de Dios, esa chica era una puta locura, pero no en el sentido
dadivoso o divertido de la palabra, no, que va. Era una locura de las que
terminan volviéndote loco a ti y con ganas de tirarte desde lo alto del Empire
State. ¿Había algo que no le pasara a ella? No es que rompiera las
estadísticas, es que las atropellaba.
Joder, era tan irritante.
—¿Puede devolverme las llaves de mi coche? Están en la chaqueta —dije.
Su boca se abrió para dibujar una «O».
—Oh, sí, claro.
Metió ambas manos en los bolsillos de mi chaqueta y sacó del derecho las
llaves del coche.
—Aquí tiene.
Estiré la mano hacia ella y las cogí.
Me giré hacia la mesa mientras me las guardaba en el pantalón, apagué el
ordenador, recogí los documentos que estaban esparcidos sobre la superficie
de cristal y los metí sin orden alguno en uno de los cajones.
—Vamos —dije.
Salimos de mi despacho cuando apagué la luz tras nosotros y la señorita
Puente hizo lo mismo en su mesa. Apagó el ordenador, apiló los papeles
que tenía en ella y los guardó en el cajón. Sobre el teclado dejó los folios en
los que había estado anotando aplicadamente todas las direcciones que le
había dictado.
—¿No puede ser un poco más ordenada? Tiene su espacio de trabajo
hecho un desastre.
Tan desastre como era ella. Cielo Santo, con qué facilidad me sacaba de
mis casillas. Ni siquiera los ejecutivos más agresivos de Nueva York
conseguían desquiciarme del modo en que lo hacía ella.
—Lo intentaré —contestó con las mejillas rojas mientras metía la falda
rota en el bolso y se lo colgaba en el hombro.
Enarqué las cejas.
¿Lo intentaré? ¿Era eso lo que había dicho? ¿Quién le decía «lo intentaré»
a Alfonso Herrera?
—Las cosas no se intentan, señorita Puente, las cosas se hacen. Por lo
menos en mi empresa —le dije con dureza—. Los intentos no cuentan, no
valen para nada.
—Lo... Lo siento. Mañana la ordenaré. Lo prometo.
—¿Toda su vida es así? —le pregunté.
—Así, ¿cómo?
—Sin orden ni concierto.
—No, bueno... yo...
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Cicatrices
Fiksi Penggemar(Aclaración: esta historia es una adaptación de una novela original. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada) Sinopsis: Anahí es una becaria que entra a trabajar en una prestigiosa empresa americana. Alfonso es...