Me faltó tiempo para recoger las pocas cosas que tenía en mi
miniapartamento y trasladarme al nuevo. Mi reticencia del principio se
esfumó en cuanto lo vi otra vez. ¡Era una puta pasada! Por suerte (y aunque
suene raro) todo se hizo sin incidentes. Murphy y sus jodidas leyes me dieron
un respiro. La empresa de transportes que contrató el señor Morgan me llevó
las cajas tres días después. Las dos jornadas siguientes me afané en colocarlo
todo cuando llegaba del trabajo, para instalarme cuanto antes, porque
sinceramente, estaba encantada.
A mi madre se lo vestí como que la empresa facilitaba vivienda a los
empleados para acercarles al lugar de trabajo (no mentía, no había nada
escabroso detrás de mi nuevo apartamento ni me lo había ganado haciéndole
mamadas al jefe), y de ahí la inesperada mudanza, y como le daba todo igual,
no hizo preguntas. En cambio, Layla y Kim se quedaron atónitas.
—¡¿Que vives dónde?! —me preguntó Layla sin disimular la sorpresa.
—En Madison Avenue.
—¿Seguro que no hay una cláusula en el contrato que te obligue a follar
con tu jefe tres días a la semana? —se burló.
—No, gilipollas —contesté.
Aunque no me importaría, ejem..., pero esto no se lo dije.
—¿Crees que una mujer follaría obligada con Alfonso Herrera? —planteó
Kim.—
Yo desde luego no, yo incluso pagaría por follármelo —afirmó Layla.
—Chicas, hola —dije, llamando su atención.
—Perdona, cariño. Retomemos la conversación.
—¿Qué coño le pasa a Alfonso Herrera contigo, Anahí? —me preguntó Kim.
—Yo creo que se siente mal por la bronca que tuvimos y trata de
compensarlo.
—¿Solo eso? —La expresión del rostro de Kim mostraba suspicacia.
—Vamos, Kim, Alfonso Herrera no es un héroe romántico ni nada que se le
parezca. No hay nada de eso detrás de sus acciones, si es lo que quieres dar a
entender —contesté—. Es un hombre demasiado pragmático. Además, no
tiene corazón, es lo que dicen, y puedo dar fe de ello. Alfonso Herrera puede
ser el tío más hijo de puta sobre la faz de la Tierra. —Alcé los hombros—.
Simplemente sabe que se ha pasado siete pueblos conmigo y quiere
tranquilizar su conciencia de alguna manera.
—Pues para no tener corazón se toma muchas molestias...
—¡Ya! —corté a Kim.
—A mí todo me parece muy raro —intervino Layla, y acercó su rostro a la
pantalla del móvil para enfatizar sus palabras. Pude verle hasta los pelitos de
la nariz.
—Y a mí —apostilló Kim.
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Cicatrices
Fanfiction(Aclaración: esta historia es una adaptación de una novela original. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada) Sinopsis: Anahí es una becaria que entra a trabajar en una prestigiosa empresa americana. Alfonso es...