CAPÍTULO 85

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Alfonso Herrera

Mentiría si dijera que ver el anuncio de la boda de Katrin con mi hermano

en el USA Today no me afectó, que no me revolvió algo por dentro. ¿A mí

me dejó por dinero y con mi hermano iba a casarse? ¿Se había enamorado de

él a pesar de que empezaba a no tener donde caerse muerto?

Ya no estaba enamorado de Katrin, pero en cierto modo sentía herido el

amor propio, igual que cuando me enteré de su engaño y su traición. Quizá

porque yo no había logrado enamorarla y mi hermano sí. Quizá porque

conmigo había estado solo por dinero y con Luke estaba por amor. Quizá

porque yo había dado por hecho que ella le dejaría cuando viera que no tenía

suficiente poder adquisitivo como para cubrir sus caprichos y sus

aspiraciones, o no tanto como yo.

Me había pasado los últimos años amasando una fortuna y multitud de

propiedades solo para tener más que Luke, para que Katrin viera que se había

equivocado al dejarme, que mi hermano nunca llegaría a tanto como había

llegado yo. Pero al final, todo lo que yo hubiera conseguido daba igual,

porque ellos iban a casarse. El amor había triunfado por encima de todo y a

pesar del dinero.

En eso se había reducido la existencia de mi hermano y la mía propia: en

ver quién tenía más, quién triunfaba más en el mundo financiero, quién se

quedaba con más proyectos, quién tenía más éxito, más dinero, más

empresas... Creo que habíamos sido uno esclavo del otro. Nos

retroalimentábamos. Él lo hacía por envidia y yo por despecho. No había

podido o no había sabido arrancármelo de la piel y eso me había convertido

en el hombre que era en la actualidad. Alguien despiadado, cruel y a veces

sin escrúpulos. A esas alturas todo el mundo me conocía, todos sabían quién

era. Alfonso Herrera, el hombre que tenía Nueva York a sus pies.

Traté de que mi cara no denotara la sorpresa que había supuesto el anuncio

del enlace matrimonial entre Katrin y Luke, pero soy una persona cuyas

emociones se reflejan en el rostro, y sé que Anahí se dio cuenta de que la

noticia me había afectado más de lo que debería, aunque se hizo la

despreocupada.

Después de que el periódico con el anuncio estuviera cuatro días encima

de mi mesa, me di cuenta de que era algo que no nos beneficiaba a ninguno

de los dos ni a nuestra relación. Por eso le propuse una escapada. Los dos

solos. Estábamos trabajando mucho en el proyecto de las Torres Keio, y nos

lo merecíamos. Y así, de paso, lograría sacarme de la cabeza la boda de

Katrin y Luke.

Traté de estar al cien por cien. El fin de semana fue genial, pero algo tenía

a Anahí con la cabeza en otra parte, y había muchas posibilidades de que

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