Expuesta

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—43—

«L:¿Qué clase de persona aún no ha desayunado a estas horas?

La verdad que es temprano y un sábado a las 8 después del turno de noches que se debió comer ayer todavía raya la madrugada, pero tengo la necesidad de verla exponencialmente aumentada después de la situación de anoche.

  Dios, Luz, ¿qué estás haciendo?

«Ainhoa: la clase de persona humana y trabajadora»

«L: Acéptalo, eres del tipo de las marmotas que les gusta enredarse entre las sábanas🦫»

«Ainhoa: Sólo si tengo un buen motivo»

Tengo que tragar saliva, ¿seguimos hablando de dormir?

«Ainhoa: Y eso tiene más pinta de ser un castor».

Recula con rapidez por si acaso, porque tontear no debe estar dentro de los límites de conocerse.

«Ainhoa: ¿dulce o salado?»

Y es que, pensándolo bien, no hemos desayunado juntas nunca antes.

«L: Salado»

«Ainhoa: Vale, traeré un poco de todo😉»

«L: ¿Para qué preguntas si vas a hacer lo que te dé la gana?»

«Ainhoa: Por ser educada y para descartar los churros. Menos mal, demasiado grasiento para empezar el día!!

«L: Un poco de grasa nunca viene mal».

«Ainhoa: Vale, la próxima quedada será en un taller mecánico bajo el capó de un coche, tengo contactos. No juzgo tus fetiches».

Y tengo que reírme porque es imbécil con ganas.

«L: Como no estés aquí en media hora, voy a desayunar sola».

«Ainhoa:😱💂🏻‍♂️».

Bloqueo el móvil y me estiro un poco en el sofá para desperezarme, con una sonrisa de tonta en la cara. Puede que sea absurdo pero esta conversación y esta Ainhoa me han encantado.

—Hace unos días sabría a ciencia cierta a quién le estás poniendo esa cara de pava, pero ahora me tienes confundida —suelta Marta a modo de saludo, asustándome.

—Me voy a la ducha —le digo como única respuesta.

—Ese cambio de tema es muy significativo —me acusa.

La ignoro una vez más, no quiero tener esta conversación ahora mismo.

—Ainhoa va a traer desayuno en un rato —le informo viendo que va de camino a la cocina—, por si quieres gorronear.

—Ainhoa, claro, esto se pone divertido —escucho que dice antes de encerrarme en el baño.

No sé cómo definir exactamente lo que está pasando, pero divertido queda muy lejos de cualquier palabra de las que usaría.

Quizá me entretengo un poco más de la cuenta tratando de ahogar un sentimiento de culpa bastante absurdo porque ni estoy engañando a nadie, ni rompiendo ninguna promesa y aún así, me siento mal con las dos. Mundo injusto.

—Me mete prisa y luego se va de tratamiento spa —escucho bromear a mi vecina.

—Acostúmbrate, guapa, aquí mi prima es de las que tardan mucho en la ducha.

Y por un momento, la cabeza me traiciona y el cuerpo se me calienta recordando una ducha en concreto en la que tardé tanto como para llegar tarde a clase y el motivo era muy pero que muy interesante.

Choque de trenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora