No quiero olvidarte

3.7K 216 471
                                    


—38—


—Jon, afloja por favor —le pido notando unos pinchazos en el costado.

Salir a correr con un adolescente hormonado y atlético ha sido la peor decisión que he tomado hoy, y más después de abandonar el running esta última temporada. Que el tiempo da para lo que da y, no nos engañemos, tampoco me gusta tanto, era básicamente por cuidarme un poco.

—Luz, ¿en serio? —dice girándose para mirarme—, si sólo llevamos 10 minutos y hemos atravesado prácticamente toda la zona llana de la senda. Aguanta al menos hasta llegar al Puente de San Martín.

Asiento únicamente porque deben quedar como mucho 5 minutos. Si fuese por mí,  hubiese preferido hacer todo el recorrido de la Senda Ecológica, pero caminando. Cuando éramos pequeños, nuestros padres solían traernos a menudo y ese pensamiento me ayuda a subir hasta el viejo puente. Qué precioso me ha parecido siempre.

Accede a hacer una parada técnica y mientras yo hago varios estiramientos, él se sienta en el borde del muro, de espaldas al río.

—¿Puedes bajar de ahí? —le pido—. Me estás poniendo nerviosa.

—Nerviosa te vas a poner ahora, hermanita.

—¿Por qué? —le pregunto sin acabar de entender a qué se refiere.

—Porque el mundo es un pañuelo o el destino muy caprichoso —contesta bajando la voz y mirando fijamente un punto detrás de mí.

Y me giro porque seguimos sin hablar el mismo idioma, pero todo cobra sentido cuando la enfoco. Camina tranquila, enfundada en esos tejanos de talle altísimo y sus ya naturales camisetas cortas, de un verde militar, del que hace conjunto con sus ojos.

Puede que haya sido muy descarada o que se alegre de verdad de la coincidencia, no puedo saberlo porque se oculta tras unas enormes gafas de sol; chica lista desde luego, pero me regala una sonrisa muy sincera.

—Hola Luz, qué casualidad.

Antes de que pueda contestar, mi hermano se baja del murete dando un salto y se planta a mi lado, obligándome a presentarlo.

—No lo habríamos hecho mejor ni quedando, vamos —contesto divertida—. Este es Jon, mi hermano.

—No te doy dos besos por educación, por si acaso —le comenta tendiéndole la mano—, porque debería estar sudado, pero aquí mi hermanita no aguanta nada.

—Encantada, soy Ainhoa —se presenta con una sonrisa un poco tímida.

—¿Ya te han recomendado salir a pasear por aquí? —le pregunto.

—Clara me habló de un mirador al otro lado del puente —me explica con calma—. A ver si llego sin perderme, que yo la orientación la tengo un poco tocada.

—Luz dime que te vas a quedar un rato con ella, así puedo salir a correr de verdad.

Lo miro con cara de circunstancias porque no tengo claro si me apetece ponerme a pasear con ella de camino a un mirador en plan parejita feliz.

—Eso sería genial —dice sorprendiéndome—, así te aseguras que no me pierda y llegue a la cena de tu tía.

Y su dramatismo orientativo no me lo creo para nada pero la sonrisita con la que lo acompaña me compra.

—Es más guapa de lo que dicen y en tu cara se sigue notando —me susurra en el oído el muy sinvergüenza y elevando la voz, antes de echar a correr, añade—. Hasta luego, Ainhoa.

Evito su mirada porque debo estar como un tomate y empezamos a andar en silencio.

—¿A qué mirador querías ir? —le pregunto rompiéndolo.

Choque de trenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora