📌 Capítulo 17
Estoy deseando encontrar a Haymitch para contarle lo de mi sesión, pero no hay nadie. Supongo que se estarán preparando para la cena, así que decido ir a darme una ducha, ya que tengo las manos manchadas de zumo. Mientras estoy bajo el agua empiezo a preguntarme si mi último truco habrá sido buena idea. La pregunta que ahora debería guiarme es: ¿ayudará a que Peeta siga vivo? Indirectamente, mi actuación puede que no ayude. Lo que pasa en el entrenamiento es absolutamente secreto, lo que significa que no tiene sentido castigarme si nadie sabrá cuál era la infracción. De hecho, el año pasado me recompensaron por mi descaro. Sin embargo, el delito de hoy es diferente. Si los Vigilantes se enfadan conmigo y deciden castigarme en la arena, Peeta podría quedar atrapado en el ataque. Quizá haya sido demasiado impulsiva, pero... la verdad es que no me arrepiento.
Cuando nos reunimos para la cena noto que las manos de Peeta todavía están un poco teñidas de colores, aunque tiene el pelo húmedo de la ducha. Habrá fabricado algún tipo de camuflaje. Una vez servida la sopa, Haymitch va al grano y hace la pregunta que está en mente de todos:
—Bueno, ¿cómo os ha ido en las sesiones privadas?
Intercambio miradas con Peeta. Por algún motivo, no me apetece mucho contar lo que he hecho; en la calma del comedor parece un acto muy radical.
—Tú primero —le digo a Peeta—. Tiene que haber sido algo especial, porque tuve que esperar cuarenta minutos para entrar.
Peeta parece estar experimentando la misma desgana que yo.
—Bueno, hice... hice lo del camuflaje, como me sugeriste, Katniss —responde, vacilando—. Aunque no del todo camuflaje. Es decir, usé los tintes.
—¿Para hacer qué? —pregunta Portia.
Pienso en lo alterados que estaban los Vigilantes cuando entré en el gimnasio para mi sesión, en el olor a productos de limpieza, en la colchoneta tirada en el centro del gimnasio. ¿La pusieron para ocultar algo que no pudieron lavar?
—Pintaste algo, ¿verdad? Un cuadro.
—¿Lo viste?
—No, pero intentaron taparlo con todas sus fuerzas.
—Bueno, es la norma, no pueden dejar que un tributo sepa lo que ha hecho otro tributo —comenta Effie, tranquila—. ¿Qué pintaste, Peeta? —pregunta, algo llorosa—. ¿Era un retrato de Katniss?
—¿Por qué iba a pintar un retrato mío, Effie? —replico, algo molesta.
—Para demostrar que va a hacer todo lo que pueda por defenderte. Eso es lo que esperan todos en el Capitolio. ¿Acaso no se presentó voluntario para ir contigo? —insiste Effie, como si fuese lo más obvio del mundo.
—En realidad pinté a Rue —interviene Peeta—. La pinte con el aspecto que tenía cuando Katniss la cubrió de flores.
Todos guardan silencio, asimilándolo.
—¿Y qué pretendías con eso, exactamente? —pregunta Haymitch, controlando la voz.
—No estoy seguro, sólo quería hacerlos responsables, aunque fuese por un momento —responde Peeta—. Responsables de la muerte de esa niñita.
—Eso es terrible —dice Effie, que parece a punto de llorar—. Pensar así... está prohibido, Peeta. Del todo. Sólo te buscarás más problemas para ti y para Katniss.
—Ahí tengo que darle la razón a Effie —añade Haymitch. Portia y Cinna guardan silencio, aunque están muy serios. Claro que tienen razón, pero, aunque me preocupa, creo que Peeta ha hecho algo asombroso.
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Everlark a través de los libros
RandomRecopilación de los fragmentos de los libros de la saga de Los Juegos del Hambre [Suzanne Collins] donde se desarrolla la historia de Katniss Everdeen y Peeta Mellark.