En llamas XIV

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📌 Capítulo 16

Cuando vamos a ver el resumen de la ceremonia, me coloco entre Cinna y Haymitch en el sofá, porque no quiero estar al lado de Peeta. El horror de lo ocurrido con Darius nos pertenece a Gale y a mí, y quizá incluso a Haymitch, pero no a Peeta. Aunque puede que conociese lo suficiente a Darius para haberlo saludado por la calle, no pertenecía al Quemador como el resto de nosotros. Además, sigo enfadada porque se rió de mí junto con los otros vencedores, y lo que menos necesito ahora es su comprensión y su consuelo. No he cambiado de idea sobre salvarlo en la arena, pero no le debo nada más.

[...]

En el comedor sólo quedan Peeta y Haymitch, que está rojo de rabia y alcohol. En la muñeca lleva una pulsera de oro macizo con un dibujo de llamas (debe de ser su concesión al plan de Effie de que llevásemos símbolos a juego) que no deja de toquetearse, inquieto. En realidad es una pulsera muy bonita, aunque el movimiento de su dueño hace que parezcan unas esposas, en vez de una joya.

—Llegas tarde —me ladra.

—Lo siento, me quedé dormida después de que las pesadillas de lenguas mutiladas me mantuviesen despierta media noche. —Quería sonar hostil, pero se me rompe la voz al final de la frase.

Haymitch me mira con el ceño fruncido, aunque después cede un poco.

—Vale, no pasa nada. En el entrenamiento de hoy tenéis dos misiones: una, seguir enamorados.

—Obviamente —respondo.

—Y dos: hacer amigos.

—No, no confío en ninguno de ellos —afirmo—. A la mayoría no los soporto y preferiría que funcionásemos los dos solos.

—Es lo primero que dije yo, pero... —empieza Peeta.

—Pero no bastará —insiste Haymitch—. Esta vez vais a necesitar más aliados.

—¿Por qué? —pregunto.

—Porque estáis en clara desventaja. Vuestros competidores se conocen desde hace años, así que ¿a quién crees que van a atacar primero?

—A nosotros, y nada de lo que hagamos logrará superar esas viejas amistades, así que, ¿por qué molestarse?

—Porque podéis luchar. Sois populares entre el público. Eso podría conseguiros buenos aliados, aunque sólo si hacéis saber a los demás que estáis dispuestos a uniros a ellos —responde Haymitch.

—¿Quieres decir que este año nos quieres en la manada de los profesionales? —pregunto, incapaz de ocultar mi asco. Normalmente, los tributos de los distritos 1, 2 y 4 unen sus fuerzas, a veces aceptando a otros luchadores excepcionales, y acaban con los competidores más débiles.

—Ésa ha sido nuestra estrategia, ¿no? Entrenar como los profesionales —insiste Haymitch—. Los componentes de la manada de profesionales suelen acordarse antes del inicio de los juegos. Peeta apenas logró entrar el año pasado.

Pienso en lo mucho que lo odié cuando vi que estaba con los profesionales en los últimos juegos.

—Entonces tenemos que intentar llevarnos bien con Finnick y Brutus, ¿es eso lo que dices?

—No necesariamente. Todos son vencedores, podéis elegir vuestra propia manada, si queréis. Seleccionad a quien más os guste. Os sugeriría a Chaff y Seeder, y conviene tener a Finnick en cuenta —dice Haymitch—. Encontrad un aliado que os pueda resultar de utilidad. Recordad que ya no sois un grupo de chiquillos temblorosos. Estas personas son asesinos experimentados, da igual que no parezcan estar en buena forma.

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