📌 Capítulo 26
—Quiero ir con ellas para protegerlas —dice Peeta de inmediato. Después del momento con la perla, sé que está menos dispuesto que nunca a perderme de vista.
—Eres demasiado lento —responde Beetee—. Además, te necesito aquí. Katniss vigilará. No queda tiempo para discutirlo, lo siento. Si las chicas quieren salir de ésta con vida, tienen que irse ya —afirma, entregándole la bobina a Johanna.
El plan me gusta tan poco como a Peeta, porque ¿cómo voy a protegerlo si estoy lejos? Pero Beetee está en lo cierto: con la pierna herida, Peeta es demasiado lento para bajar por la colina a tiempo. Johanna y yo somos las más rápidas y fiables sobre el suelo de la jungla. No se me ocurre ninguna alternativa y, si confío en alguien aquí aparte de en Peeta, ése es Beetee.
—No pasa nada —le digo a mi compañero—, soltaremos el carrete y volveremos corriendo.
—A la zona del rayo, no —me recuerda Beetee—. Id hacia el árbol del sector de la una a las dos. Si veis que os quedáis sin tiempo, avanzad un sector más. Ni se os ocurra volver a la playa hasta que pueda evaluar los daños.
Sujeto la cara de Peeta entre las manos.
—No te preocupes, te veré a medianoche. —Le doy un beso y, antes de que pueda objetar más, lo suelto y me vuelvo hacia Johanna—. ¿Lista?
[...]
Se acabó la alianza. Finnick y Johanna deben de haberse puesto de acuerdo para traicionarnos esta noche. Sabía que teníamos que habernos ido. No sé de qué lado está Beetee, pero hay vía libre para darme caza; y a Peeta también.
¡Peeta! Abro los ojos, atenazada por el pánico. Peeta está esperando al lado del árbol, sin sospechar y con la guardia baja. Quizá Finnick ya lo haya matado.
[...]
No lo sé, no lo sé. Sólo sé que debo volver con Peeta y mantenerlo con vida.
[...]
Peeta, mi último deseo, mi promesa: mantenerlo con vida. Me animo un poco al darme cuenta de que debe de seguir vivo, ya que no ha sonado ningún cañón.
[...]
El árbol aparece ante mí, con el tronco adornado de oro. Freno, intento moverme con más sigilo, pero la verdad es que debo dar gracias de seguir todavía en pie. Aunque busco a los demás, aquí no hay nadie.
—¿Peeta? —lo llamo en voz baja—. ¿Peeta?
[...]
—¡Katniss! —oigo su voz, pero está muy lejos. ¿Qué hace? Peeta debe de haberse imaginado ya que todos intentan cazarnos—. ¡Katniss!
No puedo protegerlo, no puedo moverme deprisa, ni alejarme demasiado, y mi destreza con el arco resulta cuestionable, como mucho. Así que hago lo único que puedo para atraer a los atacantes y apartarlos de él.
—¡Peeta! —grito—. ¡Peeta! ¡Estoy aquí! ¡Peeta! —Sí, alejaré de Peeta a todos los que estén cerca, los atraeré hasta mí y hasta el árbol que está a punto de convertirse en un arma—. ¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí! —No llegará a tiempo, no con esa pierna y de noche. No llegará a tiempo—. ¡Peeta!
Funciona, los oigo llegar, son dos y se abren paso entre la jungla. Empiezan a doblárseme las rodillas, me dejo caer al lado de Beetee, en
cuclillas. Pongo en posición el arco y la flecha. Si puedo acabar con ellos, ¿será Peeta el que sobreviva?Enobaria y Finnick llegan al árbol del rayo. No pueden verme, ya que estoy sentada más arriba, siguiendo la pendiente, con la piel camuflada por la pomada. Apunto al cuello de Enobaria. Con suerte, cuando la mate, Finnick se esconderá detrás del árbol en busca de protección justo cuando caiga el rayo, cosa que ocurrirá en cualquier momento. Sólo se oyen algunos chasquidos sueltos. Puedo matarlos ahora, puedo matarlos a los dos.
Otro cañón.
—¡Katniss! —aúlla la voz de Peeta, aunque esta vez no contesto. Beetee todavía respira débilmente detrás de mí; los dos moriremos pronto. Finnick y Enobaria morirán. Peeta está vivo. Han sonado dos cañones. Brutus, Johanna, Chaff. Dos de ellos están muertos, lo que le deja a Peeta un solo tributo que matar, y eso es todo lo que puedo hacer. Un enemigo.
[...]
Un relámpago blanco recorre el alambre y, durante un instante, la cúpula se llena de una luz azul cegadora. Caigo de espaldas al suelo, inútil, paralizada, con los ojos muy abiertos, mientras trocitos de cosas me llueven encima. No puedo llegar hasta Peeta, ni siquiera puedo llegar hasta la perla. Intento ver una última imagen bella que llevarme conmigo.
Justo antes de que empiecen las explosiones, encuentro una estrella.
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Everlark a través de los libros
RandomRecopilación de los fragmentos de los libros de la saga de Los Juegos del Hambre [Suzanne Collins] donde se desarrolla la historia de Katniss Everdeen y Peeta Mellark.