Sinsajo XVI

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📌 Capítulo 18

Entonces, Peeta empieza a aparecer en nuestras prácticas matutinas. Las esposas han desaparecido, pero sigue siendo acompañado constantemente por un par de guardias. Después del almuerzo, lo veo a través del campo, combatiendo con un grupo de novatos. No sé qué están pensando. Si una disputa con Delly puede reducirlo a discutir consigo mismo, no tiene nada que hacer aprendiendo a ensamblar un arma.

Cuando confronto a Plutarch, me asegura que todo es para la cámara. Tienen grabaciones de Annie casándose y de Johanna golpeando blancos, pero todo Panem está preguntándose por Peeta. Necesitan ver que él está peleando por los rebeldes, no por Snow. Y a lo mejor, si pudieran obtener tan sólo un par de tomas de nosotros dos, no necesariamente besándonos, simplemente viéndonos felices por estar juntos de nuevo.

Justo entonces me alejo de la conversación. Eso no va a pasar.

[...]

Considero darle un adiós final a Peeta, pero decido que eso sólo sería malo para ambos. Aún así, guardo la perla en el bolsillo de mi uniforme. Un recuerdo del chico del pan.

[...]

La noche siguiente, el nuevo miembro de nuestro escuadrón llega. Sin esposas. Sin guardias. Marchando desde la estación de tren con su pistola balanceándose en la correa que cuelga de su hombro. Hay sorpresa, confusión, resistencia, pero el 451 está estampado en la mano de Peeta con tinta fresca. Boggs le quita su arma y se retira a hacer una llamada.

—No va a hacer ninguna diferencia —nos dice Peeta al resto de nosotros—. La presidenta misma me asignó. Ella decidió que los videos necesitaban un poco más de emoción.

A lo mejor es verdad. Pero si Coin envió a Peeta aquí, ella ha decidido algo más. Que ahora le sirvo más muerta que viva.

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