Sinsajo IV

58 9 0
                                    

📌 Capítulo 6

Es increíble, de verdad, cuánto tiempo he sobrevivido a las cámaras. El crédito de eso, por supuesto, va para Peeta. Sola, no puedo ser el Sinsajo.

[...]

—¡Lloré cuando ella drogó a Peeta para poder ir a conseguirle medicina y cuando le dio un beso de despedida! —suelta Octavia sin querer. Entonces, se cubre la boca, como si estuviera segura de que esto era un grave error.

Pero Haymitch sólo asiente.

—Oh, sí. Drogar a Peeta para salvar su vida. Muy lindo.

El momento empieza a ponerse denso tan rápido y sin un orden en particular. Cuando tomé a Rue como aliada. Cuando extendí mi mano hacia Chaff la noche de la entrevista. Cuando traté de llevar a Mags. Y una y otra vez cuando levanté esas bayas que significan diferentes cosas para diferentes personas. Amor por Peeta. Negación a darme por vencida bajo probabilidades imposibles. Desafío hacia la inhumanidad del Capitolio.

[...]

Haymitch toma un asiento frente a mí.

—Vamos a tener que trabajar juntos de nuevo. Así que, adelante. Sólo dilo.

Pienso en el cruel intercambio en el aerodeslizador. La amargura que siguió. Pero todo lo que puedo decir es:

—No puedo creer que no rescataras a Peeta.

—Lo sé —replica él.

Hay una sensación de algo incompleto. Y no porque él no se haya disculpado, sino porque nosotros éramos un equipo. Habíamos hecho un trato para mantener a Peeta con vida. Un pacto de borrachos y poco realista hecho en la oscuridad de la noche, pero un trato es justo eso. Y en el fondo de mi corazón, sé que ambos fallamos.

—Ahora dilo —le digo.

—No puedo creer que lo dejaras fuera de tu vista esa noche —dice Haymitch.

Asiento. Eso es todo.

—Lo repito una y otra vez en mi cabeza. ¿Qué podría haber hecho para mantenerlo a mi lado sin romper la alianza? Pero nada viene a mí.

—No tenías elección. E incluso si hubiera podido hacer que Plutarch permaneciera y lo rescatara esa noche, todo el aerodeslizador se hubiera caído. Apenas salimos como estaba todo. —Finalmente, me encuentro con los ojos de Haymitch. Ojos de la Veta. Grises y profundos y con círculos de noches sin sueño—. Él no está muerto Katniss.

—Estamos aún en el juego —trato de decir con optimismo, pero mi voz se agrieta.

[...]

Siento esa punzada de odio contra el 13 otra vez.

—Así que ustedes tienen todos estos y dejan al resto de los distritos indefensos contra el Capitolio.

—No es así de simple —replica—. No estábamos en posición de lanzar un contraataque hasta hace poco. Apenas podíamos permanecer vivos. Después de que habíamos derrocado y ejecutado a la gente del Capitolio, sólo un puñado de nosotros sabíamos siquiera cómo pilotear. Podríamos haberlos destruido con misiles y armas nucleares, sí. Pero siempre hay una cuestión mayor: si nos involucramos en ese tipo de guerra con el Capitolio, ¿quedaría alguna vida humana?

—Eso suena como lo que Peeta dijo. Y todos ustedes lo llaman traidor —rebato.

Everlark a través de los librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora