Sinsajo XVII

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📌 Capítulo 19

Realmente nunca había visto antes a Boggs enojado. No cuando había desobedecido sus órdenes o vomitado encima de él, ni siquiera cuando Gale quebró su nariz. Pero está enojado cuando regresa de su llamada telefónica con la presidenta. La primera cosa que hace es instruir a la Soldado Jackson, su segundo al mando, para establecer una guardia de dos personas por veinticuatro horas en Peeta. Entonces, me lleva a dar una caminata, tejiendo a través del extenso campamento de carpas hasta que nuestro equipo ha sido dejado atrás.

—De todas formas, él volverá a tratar de matarme —digo yo—. Especialmente aquí. Donde hay tantos malos recuerdos para sobresaltarlo.

—Lo mantendré contenido, Katniss —dice Boggs.

—¿Y ahora por qué me quiere muerta Coin? —pregunto.

—Ella niega que lo hace —él responde.

—Pero nosotros sabemos que es verdad —digo yo—. Y tú por lo menos debes tener una teoría.

Boggs me da una larga y dura mirada antes de contestar.

—Esto es lo que yo sé. No le agradas a la presidenta. Nunca lo has hecho. Era a Peeta a quien ella quería rescatar de la arena, pero nadie más estuvo de acuerdo con eso. Eso empeoró aun más cuando tú la forzaste a proporcionarles inmunidad a los otros vencedores. Pero hasta eso puede pasarse por alto ante lo bien que te has desempeñado.

—Entonces, ¿qué es?

—En algún momento del futuro cercano, esta guerra terminará. Un nuevo líder será elegido —dice Boggs.

Yo ruedo mis ojos.

—Boggs, nadie piensa que yo vaya a ser el líder.

—No. No lo hacen —él está de acuerdo—. Pero tú apoyarás a alguien. ¿Será a la Presidenta Coin? ¿O a otra persona?

—No lo sé. Nunca he pensado sobre eso —digo.

—Si tu respuesta inmediata no es Coin, entonces eres una amenaza. Eres el rostro de la rebelión. Podrías tener mayor influencia que ninguna otra persona —dice Boogs—. Aparentemente, lo máximo que has llegado a hacer es tolerarla.

—Entonces, me matará para callarme. —En el mismo momento que pronuncio las palabras, sé que son verdad

[...]

—¿A qué hora es mi guardia? —pregunto a Jackson.

Ella entrecierra los ojos dudando, o tal vez sólo está tratando de enfocar mi rostro.

—No te puse en la rotación.

—¿Por qué no? —pregunto.

—No estoy segura de que realmente puedas dispararle a Peeta, si llega a ser necesario —dice.

Alzo la voz para que todo el equipo pueda escucharme claramente.

—No estaría disparándole a Peeta. Él se ha ido. Johanna tiene razón. Sería sólo como estar disparándole a otro de los mutos del Capitolio. —Se siente bien decir algo horrible sobre él, en voz alta, en público, después de toda la humillación que he sentido desde su regreso.

—Pues, ese tipo de comentario tampoco te está recomendando —dice Jackson.

—Ponla en la rotación —escucho a Boggs decir detrás de mí.

Jackson niega con la cabeza y hace una nota.

—De la medianoche hasta las cuatro. Estás conmigo.

Durante la cena, Gale y yo estamos alineados en la cantina.

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