📌 Capítulo 5
Justo cuando el hombre cae al suelo, una pared de uniformes blancos nos tapa la vista. Algunos de los soldados llevan las armas automáticas levantadas cuando nos empujan hacia la puerta.
—¡Ya nos vamos! —exclama Peeta, dándole un empujón al agente de la paz que me obliga a avanzar—. Lo pillamos, ¿vale? Venga, Katniss.
Me rodea con sus brazos y me guía de vuelta al Edificio de Justicia, con los agentes a unos cuantos pasos de nosotros. En cuanto entramos, las puertas se cierran de golpe y oímos las botas volverse hacia la multitud.
Haymitch, Effie, Portia y Cinna esperan debajo de una pantalla montada en la pared, en la que sólo se ve estática, todos muy tensos, por lo que veo en sus caras.
—¿Qué ha pasado? —se apresura a preguntar Effie—. Hemos perdido la imagen justo después del precioso discurso de Katniss, y entonces Haymitch ha dicho que creía haber escuchado un disparo; yo he contestado que era ridículo, pero ¿quién sabe? ¡Hay lunáticos en todas partes!
—No ha pasado nada, Effie. El tubo de escape de un viejo camión —responde Peeta, sin que le tiemble la voz.
Dos disparos más. La puerta no nos aísla mucho del sonido. ¿A quién habrían disparado? ¿A la abuela de Thresh? ¿A una de las hermanitas de Rue?
—Vosotros dos, conmigo —ordena Haymitch. Peeta y yo lo seguimos, y dejamos a los otros atrás.
[...]
—¿Qué ha pasado?
Peeta le cuenta lo ocurrido en la plaza: el silbido, el saludo, nuestra vacilación en la veranda y el asesinato del anciano.
—¿Qué está pasando, Haymitch? —le pregunta después.
—Será mejor si se lo cuentas tú —me dice el interpelado.
No estoy de acuerdo, creo que será cien veces peor si se lo cuento yo. No obstante, se lo explico todo a Peeta lo más tranquilamente que puedo: lo del presidente Snow y el malestar en los distritos. Ni siquiera me callo el beso con Gale. Le cuento que estamos en peligro, que todo el país está en peligro por culpa de mi truco con las bayas.
—Se suponía que tenía que arreglar las cosas en esta gira y conseguir que todos los que dudaban creyeran que había actuado así por amor. Calmar las cosas. Pero está claro que hoy sólo he conseguido que maten a tres personas, y ahora castigarán al resto de los asistentes. —Me siento tan mal que tengo que sentarme en un sofá, a pesar de que está reventado y se le ven los muelles y el relleno.
—Entonces yo también lo he empeorado todo con la idea de darles el dinero —dice Peeta. De repente le da un golpe a una lámpara que está en precario equilibrio sobre una caja y la tira al suelo, donde se hace añicos—. Se acabó, ahora mismo. No podéis seguir con este... este juego que os traéis los dos, contándoos secretos y manteniéndome a mí al margen, como si fuese demasiado insignificante, estúpido o débil para soportarlos.
—No es eso, Peeta... —empiezo.
—¡Es justamente eso! —me chilla—. ¡Yo también tengo seres queridos, Katniss! Familia y amigos en el Distrito 12 que acabarán igual de muertos que los tuyos si no salimos de ésta. Así que, después de lo que pasamos juntos en la arena, ¿ni siquiera merezco que me cuentes la verdad?
—Siempre te comportas tan bien, Peeta, sabes tan bien cómo presentarte ante las cámaras que no quise entorpecerte —explica Haymitch.
—Pues me sobrestimaste, porque hoy la he cagado. ¿Qué crees que les va a pasar a las familias de Rue y Thresh? ¿Crees que les darán su parte de nuestras ganancias? ¿Crees que les acabo de asegurar un futuro brillante? ¡Porque me parece que tendrán suerte si llegan vivos al final del día! —Peeta lanza algo más por los aires, una figura. Nunca lo había visto así.
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Everlark a través de los libros
De TodoRecopilación de los fragmentos de los libros de la saga de Los Juegos del Hambre [Suzanne Collins] donde se desarrolla la historia de Katniss Everdeen y Peeta Mellark.