XII: Hacia donde ir

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La casa de Harry cambió cuando cinco velas fueron encendidas en el suelo.

La oscuridad que lo había recibido poco a poco fue deslizándose por los rincones hasta desaparecer gracias a la luz que comenzaba a entibiar las opacas tablas. Dictó que era mejor dejarlas en un lugar bajo para no llamar la atención de gente que transitara por la calle y mirase la ventana, de esta forma, podrían mantenerse a salvo unas cuantas horas más.

Astrid se tumbó de costado en el sofá, su cabello oscuro cayó como cascada por un costado del almohadón, castaño como el chocolate. Harry le había entregado una manta para que apaciguara el frío. Ella se cubrió completamente mientras mantenía la mirada fija en las flamas de las velas, las cuales iban de un lado a otro, danzando al compás de la intriga que los rodeaba. En su silencio, aprovechó de analizar la nueva actitud que Harry enseñó cuando bajó cargando una capa gruesa sobre sus hombros.

Entendía el malestar, la rabia particular que desprendía de sus ojos. Asesina. Astrid lo había vivido en carne y hueso cuando su pequeña hermana falleció gracias a las manos perversas de hombres con poder.

Los recuerdos de estar en cama por días, pensando una y otra vez en como cobrar venganza para su hermana, la atormentaba incluso cuando su cabeza estaba ocupada con el trabajo o con el sueño. Aquella sensación de injusticia nunca parecía irse, siempre estaba ahí, como manos ennegrecidas y venenosas que rasguñaban su piel una y otra vez. Harry le recordaba a su hermana, y su intuición le dijo desde que cayó por las escaleras del burdel que debía cuidarlo como no pudo en su momento con quién sí debía. En el silencio que la rodeaba, lo escuchó sorber por la nariz. No tuvo que girar la cabeza para saber que lloraba, lo había estado haciendo mucho durante la última hora.

Se notaba que Harry era un alma sensible la cual obligaron a madurar y contaminarse para ver el mundo con ojos ambiciosos. Y Astrid ya conocía la verdad, Harry había tenido la amabilidad de ponerla al corriente a pesar de la amargura que le causaba recordar esos días. Se le había puesto los vellos de punta al enterarse de que Louis era el verdadero hermano del rey de Ribëia, Erik, y no Harry, tampoco Philip. La historia detrás de esto aún no la sabía por completo, pero esperaba que pronto Harry la pusiera al corriente de ello.  

—Fue una noche donde se suponía que ella solo bailaría Comenzó a decir Astrid para que Harry viera que no era el único sufriendo por alguien —. Un hombre... uno bastante rico, si no recuerdo mal, un duque de tu país pagó mucho por ella, demasiado para ser normal. Fue tanto dinero, que todos se volvieron locos. Con el ampliaron el burdel. —Astrid notó un nudo apretándole la garganta, sin embargo, se lo tragó valientemente —. Se la llevó a una de las habitaciones sin importarle el miedo en su rostro, sin importarle que fuera una niña. Luego... todo se volvió negro, al menos para mí. Mi hermana gritó y el duque se fue, desapareció como fantasma. —Astrid miró a Harry desde su esquina. Él mantenía el parche firme sobre sus manos —Iré contigo, te acompañaré en esta lucha, porque nadie merece perder a alguien. Sea quién sea. Alégrate por saber que tu esposo está vivo. Si yo supiera que mi hermana lo está, no dudaría en sumirme en la venganza, en una pelea infinita, en lo que hiciera falta para recuperarla.

Harry hipó e intentó secar sus lágrimas mientras preguntaba si recordaba el rostro de aquel duque con voz temblorosa. Astrid puso los labios en una tensa línea y se acurrucó mucho más en el sofá.

—Si. Es imposible olvidarlo, incluso su nombre.

—¿C-cual... es?

Astrid conectó su mirada con la de él. Podría decirle, pero hacerlo conllevaría a revivir emociones que por ahora no le apetecía sentir. Negó, suspirando pesadamente.

—No lo diré, pero si llego a verlo lo asesinaré con mis propias manos. Y espero no me detengas si llegase a ocurrir.

Harry no podría detenerla, él mismo asesinaría a su padre de seguir vivo para vengar a la pequeña Teresa de ser posible. Le brindó un asentimiento de cabeza en respuesta, la cual bastó para que Astrid volviera a hundirse en su propio mundo.

Mariposa (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora