XXIX: Celos e insomnios

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5 días

Los días comenzaron a pasar rápidos y las noches lentas. Era estar nuevamente con la misma pesadumbre que en el castillo después de que sus hermanos o padres derramaran palabrerías sobre él. El insomnio lo torturaba en silencio y le llenaba la cabeza de pensamientos negativos que le incitaban a cuestionarse una y otra vez si sus acciones eran correctas. Aunque, cabía destacar que, a diferencia de esas veces, él ya no estaba solo del todo, ahora a su lado descansaba Louis y no había nada más confortable que acurrucarse cerca de su pecho y tocar la piel de su abdomen mientras intentaba conciliar el sueño.

Cinco días transcurrieron desde su monstruosa pesadilla con Erik, y no era para nadie un secreto que la tranquilidad lo había abandonado abruptamente. Louis constantemente le preguntaba si se encontraba bien en las mañanas cuando lo pillaba con la mirada perdida en la puerta, y aunque a Harry le hubiera encantado decirle que no, prefería tragarse su preocupación para que Louis tuviera un buen día. 

Y dolía, porque a pesar de tenerlo cerca, las conversaciones que solían tener habían desaparecido para ser reemplazadas por planes, asesinatos y leves discusiones sobre la profecía que anunciaba como él moriría en una hoguera.

Esa mañana, luego de ignorar a Louis después de que comenzara a rogarle a que siguiera durmiendo, nuevamente se quedó parado en la popa del barco para contemplar el mar, sin pensar en nada, pero a la vez sintiéndose exhausto. Lidiar con un Louis frio y de mente cerrada le quitaba el hambre, el sueño, la felicidad. Habían retrocedido mil pasos desde la vez que se conocieron y su pareja fue moldeándose y permitiéndose escuchar, sentir, otras emociones que no fuera rencor. Mientras cavilaba decidió que sería bueno beber una taza de té para pasar la pesadez en su pecho. Dio media vuelta y se encaminó en silencio a la cocina. Cuando en su cabeza, nuevamente la semilla de si lo que hacía era correcto o errado, de la duda en si debía perdonar a Erik o imponer nuevamente un castigo sobre él, como si fuera una especie de dios que decidía por la vida de los demás, volvía a angustiarlo lentamente. 

Era cierto que su casi hermano había sido una bestia con él desde que era solo un niño. Para nadie fue de extrañeza verlo llorar en cada esquina del castillo por alguna parrafada que Erik le susurró malvadamente, creyendo que solo eran bromas. Erik jamás lo dejó jugar con sus juguetes y mucho menos le invitó a formar parte de los grupos de charla que se organizaban en los bailes en el salón real. Harry creyó que en algún momento las agresiones cesarían, pero estas acrecentaron el mismo día en que se plantó frente a sus padres y dio sus razones para no contraer matrimonio con una mujer y continuar con el linaje. Aún dolía recordar los azotes, el castigo que le impusieron por una semana y el feroz encierro en el armario sin luz y aire.

Al sentir el nauseabundo olor en su nariz tan nítido del ropero, tuvo que parar a medio camino para respirar hondo y calmarse. Nada de lo que sentía ahora era real, se dijo en consuelo, esos días se terminaron hace mucho y él era capaz de defenderse si intentaban someterlo a cualquier castigo. Sin embargo, la tristeza de saber que sus padres junto a Erik descargaron sus frustraciones sobre él como si fuera un juguete, regresó sin permiso para hundirlo mucho más en su débil estado.

Saber que regresaría al castillo le ponía los pelos de punta, no había por qué negarlo, ver esas paredes y oler los aromatizantes de su madre le hacían querer vomitar, pero a pesar de ello, Harry sabía que era la única forma de poner fin a todo mal, debía cumplir con lo único que le pidió Philip antes de morir.

Mientras seguía caminando y hundiéndose en un plan que no tenía forma ni solidez, Harry vio la figura de Zayn frente a él. Alzó la cabeza rápidamente y cruzó miradas profundas con el doctor. Zayn miró el suelo cuando se vio intimidado y volvió a avanzar susurrando un: "Discúlpeme, príncipe". Harry levantó su mano para hacerle frente y retomar la conversación que dejaron pendiente en el puerto, pero Zayn lo esquivó eficazmente. Harry se giró rápido y entornó los ojos al verlo casi correr escaleras abajo hacia las habitaciones. Sin pensarlo, lo siguió por cubierta hasta alcanzarlo. Sin cuidado le rodeó el brazo y detuvo al doctor con la respiración agitada.

Mariposa (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora