XXVIII: Nuevos amigos

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Probablemente Harry se había acostumbrado a la soledad, al frio que comenzó a compartir en la cama después de la pérdida de Louis; al despertar y no tener nada a su lado más que almohadas. No estaba soñando con nada después de lo que fue la mejor noche de su vida, pero aun así, en la oscuridad de su mente, sintió el roce de algo contra su piel. Rápidamente Harry se vio parado en la nada, mientras que desde el cielo montones de manos aparecían e intentaban atraparlo. El corazón le latió de golpe, feroz, y se echó a correr a cualquier lugar antes de caer preso nuevamente en el manicomio.

Sus ojos desparramaron lágrimas a medida que sentía los enormes dedos jalarle el cabello, la ropa, los pies, buscando dejarlo desnudo para ver dentro de él. Su respiración se irregularizó y comenzó a correr mucho más deprisa mientras frente a él la oscuridad no acababa. "Es un sueño, es un sueño, es un sueño" Se dijo a si mismo, pero parecía tan real que incluso mirar a su espalda le hizo tener breves ataques al corazón. Las manos seguían apareciendo desde las esquinas, desde el suelo, como plantas carnívoras queriendo alimentarse de su miedo. Harry esquivó todas mientras se decía una y otra vez que debía despertar, que allá, en el otro lado, estaba a salvo, pero su mente aún permaneció dormida.

No había ruido, sin embargo, Harry oía el susurro de aquellas enormes palmas arrastrándose por las paredes, erizándole los vellos de la nuca. Sus piernas comenzaron a acalambrarse y la respiración en vez de estar de su lado empezó a tornarse asfixiante. Hasta que, frente a él, una mano llena de anillos de oro surgió. Paró en seco con los ojos más abiertos que nunca y observó como esta pronto se completaba con un brazo, un torso, piernas y el rostro de Erik. Su hermano, o lo que fue alguna vez, le sonrió maliciosamente. Harry negó, retrocediendo atónito mientras Erik ladeaba la cabeza.

—¿Te has bañado en polvo otra vez, o es la nueva moda de los que son como tú, querer parecer una chica?

Ahogó un grito y volvió a correr en dirección contraria cuando Erik extendió su mano para tomarlo. Nuevamente la oscuridad lo absorbió y el recuerdo de la noche anterior a conocer a Louis en el salón real, del baile, del vino empapando su rostro y las risas de los invitados en el baile real resonaron en sus oídos. La princesa Alhelí, la chica que se convertiría en su esposa, lo miraba horrorizada mientras lo apuntaba, y luego Philip lo arrastró hasta su habitación para hacerlo el saco de boxeo de Erik.

—¡No! ¡No! —exclamó, sacudiendo su cabeza, pero su voz no salió de su boca. Llevó su mano a su cuello y se detuvo, justo cuando Erik le rodeaba el cuerpo con su mano y lo alzaba por los aires. Harry cerró los ojos, completamente asustado —¡Suéltame! ¡Suéltame! 

Vio los dientes blancos, el cabello negro, la lengua empapada en saliva. Respiró frenético, pero antes de ver como Erik lo masticaba, su mente despertó, y en vez de estar en el sueño con su hermano cenándolo, Louis intentaba traerlo a la realidad mientras le sacudía el hombro y tocaba su rostro.

Harry lo empujó por el pecho, se sentó de golpe y se corrió hacía la esquina de la cama. Sentía el sudor empapar su espalda, la ropa, su cabello, el pecho expandirse de manera obscena tras las exageradas inhalaciones que tomaba. Realmente había creído que caería por la garganta de Erik y que dejaría de existir para siempre.

Louis frunció el ceño, totalmente preocupado. Sus mejillas no tardaron en sonrojarse y sus ojos a ponerse vidriosos. Sabía que Harry estaba teniendo una pesadilla, pero verlo alejarse de esa forma de él hizo revivir viejas heridas. Louis respiró hondo, sacudió su cabeza y atrajo a Harry hacía él para abrazarlo a pesar de que por sus ojos cruzaron recuerdos de su niñez, cuando la gente del pueblo lo sacaba de las tienda por estar sucio y con el ojo a la vista. Harry cedió de inmediato cuando se dio cuenta de que seguía en el barco, en el mar abierto, bajo el salvaje cielo.

Mariposa (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora