Mariposa (ls)

XXXII: Creer

Después de la disculpa que Harry le ofreció a Louis tras su discusión, fue bastante difícil deshacerse de él. Se convirtió en la víctima de sus múltiples caricias hasta que cayó en el sueño profundo y despertó con la voz de Niall preguntando si el desayuno ya estaba listo. No podía quejarse tanto como quisiera, haber descansado lo que no pudo los días pasados le hizo sentir mucho más ligero. Más cuando Louis le explicó que entre él e Isak no pasaba absolutamente nada.

La mañana siguiente comenzó con el mismo clima, el agua grisácea se confundía en el horizonte del mar que se encontraba más agitado que otras veces. Sus olas eran parecidas a las que reventaban en la arena, sonoras. Harry tuvo que enfundarse en otro suéter debajo del abrigo para apaciguar los trémulos escalofríos que escalaban por sus brazos.

Pasó rápido por el pasillo de las habitaciones una vez levantado y subió por la escalera hacia cubierta, con las manos ocultas en los bolsillos. El viento le revolvió el cabello de un lado a otro cuando miró las nubes, y su nariz pronto se convirtió en una pelotilla rojiza. Se sacudió dejando ir un balbuceo intangible sobre cuan helado estaba el viento y se echó a correr al comedor, donde los demás ya se encontraban tomando desayuno.

Las voces de Astrid, Niall, Isak y Louis se hicieron oír al segundo. Harry se preguntó cuál era la gracia de dejarlo de los últimos cuando no podían llegar a ninguna parte sin él. Al bajar la escalera, Louis fue el primero en girar la cabeza al escuchar sus pisadas, le brindó una sonrisa pequeña mientras tomaba otra taza de en medio de la mesa para prepararle té. Harry se sentó a su lado, frotando sin piedad sus manos para calentarlas.

Creo que te vendría mejor un café para entrar en calor. —comentó Louis. Harry asintió.

—¿Por qué no me despertaste? —regañó. Louis se encogió de hombros, dando a entender que no le dio ánimos de irrumpir sus sueños cuando lo veía tan placido entre las sábanas.

Mientras Louis servía el café, la mano de Astrid le revolvió los rizos que ya comenzaban a acariciar sus hombros. Harry giró la cabeza, sonriente. Ella le dio un sorbo a su taza de té.

—¿Dormiste bien?

—Si. —Cuando respondió, Astrid apuntó a Louis con el mentón, enseguida comprendió su silenciosa pregunta—, Todo está resuelto.

—Temía que no. —susurró ella, inclinándose hacia su oreja. Harry rio bajito—, luego todo se iba a la mierda porque tú y Louis... ya sabes, se divorcian.

—No... no creo que suceda. —dijo con seguridad, recibiendo la taza que Louis deslizó hacia él.

Astrid asintió mientras cogía un trozo de pan de un plato. Niall hablaba con Isak sobre la marea y como hoy amaneció más inquieta. El muchacho de cabello cobrizo explicó que siempre sucedía cuando estaban más alejados de tierra. No le había dirigido la mirada, tampoco alzado la cabeza, Harry supuso que era normal después de lo que había sucedido con Louis. "El viento corre mucho más fuerte al no tener cerros alrededor" había dicho, a lo que Niall comenzó a relatar una vieja anécdota de cuando era niño.

Sin advertirlo, Harry se dio cuenta de que se había metido tanto en la conversación, que no escuchó ni vio a Zayn llegar al comedor. Por el rabillo del ojo vio su silueta, y al mirarlo, notó el corazón darle un vuelco. Zayn traía sus ojos hinchados junto a ojeras mucho más pronunciadas que las suyas, las cuales opacaban sin vergüenza su rostro. Astrid le golpeó la rodilla con la suya por debajo de la mesa, ambos compartieron una mirada sospechosa, pero Harry lo único que pudo recordar fue como Zayn desapareció el día anterior al creer que él lo golpearía.

Zayn se sentó frente a Harry sin pronunciar palabra alguna. Poco a poco todos fueron callando y posaron su mirada sobre él.

—¿Mala noche? —dijo Louis, enderezándose un tanto al notar la pesadumbre en la habitación. Zayn asintió, dudoso, luego con seguridad.