L: La primera mañana de una eternidad

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Aquella mañana se sintió familiar, como si la misma situación ya se hubiera vivido, solo que la única diferencia era el frio que se adueñaba de la habitación de manera tierna y calmada. Harry se escabulló e intentó protegerse de este con las pocas mantas que recordaba haber dejado en el suelo junto a Louis a modo de cama.

Sus piernas eran abrigadas por el pantalón del día anterior mientras que su torso por la delgada tela de la camisa. Su nariz ardía levemente, al igual que su cabeza ¿qué hora serían? El silencio era casi intimidante, pero no le importó tanto como otras veces. El basto recuerdo de que todo por fin había tomado su lugar consiguió relajarlo y conseguir que se mantuviera quieto. Harry se hizo un ovillo en el duro suelo, encajando sus manos en el pecho de Louis. Sus piernas las mantuvo entre las de él y su nariz buscó calor entre sus escapulas. Louis tenía un calor tibio, su piel persistía con la temperatura natural a pesar de que la habitación se estuviera congelado.

Harry tensó la mandíbula, olisqueando el perfume de Louis en busca de alguna señal de que se hubiera despertado. Pero él continuaba sumido en el descanso, totalmente agotado de todo lo que hicieron en el baño de su padre. Un furioso tono rosado se adueñó de sus mejillas ante el recuerdo del sonido obsceno de sus pieles, los chasquidos de sus labios rompiendo el silencio para profanar esa solitaria habitación, siendo a la vez lo suficientemente cuidadosos de no despertar a Delia. Harry jamás pensó que podría disfrutar del sexo de una manera tan bruta.

Sonrió ladinamente, los vestigios de las succiones, rasguños y azotes en su cuerpo ahora mismo debían de estar haciendo juicio a las palabras posesivas que Louis le cantó en el oído.

Mientras pensaba y planeaba su nuevo día, Harry miró la ventana arriba de su cabeza; la nieve caía fina todavía, como un sueño pacifico que le daba la bienvenida. La luz blanca se colaba hacia la habitación, iluminándola por completo. Tomó valor y rodó sobre su estómago, dejando sus manos hechas puños bajo su mentón. Era una vista hermosa sin duda, la cual fue destruida con la muerte de su madre que ocurrió en ese mismo lugar. Con la de Sebastian. Harry miró con pesar su alrededor, trayendo a él la conversación con Louis cuando llegaron. Definitivamente no vivirían ahí por mucho tiempo.

Escuchó un quejido, las mantas ser removidas y puestas otra vez. Harry giró la cabeza cuando el brazo pesado de Louis fue a parar a su cintura y espalda baja, el cual lo jaló para estar más cerca de su esposo. Sus largos dedos calentaron su piel por sobre la camisa, para pronto encontrarse con ella. Harry cerró los ojos ante el tacto de sus dígitos, sonriendo cálidamente ante la caricia que Louis le entregó.

—Buenos días, Louis —susurró, inclinándose hacia él para besarlo.

Louis persistió con los ojos cerrados, pero no tardó en darle la bienvenida a la boca de Harry para brindarle un merecido beso mañanero, flojo y amoroso. Harry suspiró y sonrió por lo bajo cuando la mano de Louis se posicionó en su cuello, llevando hacia atrás sus rizos que se enroscaban en la zona. Por los dioses pensaba, ¿acaso nunca tendría suficiente de él? ¿Nunca se cansaría de sentir sus manos, su cuerpo junto al suyo? Era casi vulgar la forma en que necesitaba a aquel hombre, la seguridad que podía darle con un solo toque como aquel. Harry pasó uno de sus brazos por la cabeza de Louis mientras intentaba tumbarse sobre su cuerpo.

Su esposo no se separó de su boca, dispuesto a asfixiarse, hundirse o inhalar el propio aire suyo para vivir. Harry jadeó ahogado, mareado. No entendía muy bien a que se debía aquella subida de adrenalina, aquellas ganas incontrolables de estar con Louis y no soltarlo jamás. ¿Sería la libertad? ¿Tener el control de una vez? ¿No tener a un ser malvado tras su espalda? Lo que fuera, lo aceptaba, porque se sentía lleno, feliz y orgulloso de sí mismo.

—Mmh, no recordaba que despertar contigo se sintiera tan bien. Podría acostumbrarme —farfulló Louis sobre sus labios ya hinchados y ultrajados de tantas mordidas que le propinaba. Harry mantuvo los ojos cerrados, dejando ir vaho blanco por el frio cuando Louis le lamió el labio inferior y superior. —¿Qué pasa mi chico? ¿El nuevo rey quiere jugar otra vez a ser castigado?

Mariposa (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora