XXXV: Una casa en el olvido

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Louis había soñado con su madre.

Más bien, con la noche en que la noticia de que su padre Frederick había fallecido llegó a sus oídos. Suponía que regresar a esa noche tormentosa fue debido a la conversación que mantuvo con Harry sobre Basil y Zayn el día anterior en el despacho de Isak. El nombre del médico que lo cuidó por tanto y se asesoró de que su ojo fuera relativamente normal, se grabó en alguna parte de su mente, y cuando fue a tumbarse junto a Harry para poder dormir, este hizo acto de presencia. El recuerdo de cuando el médico creó formas irregulares ante la luz de las velas con sus manos apreció, regresándolo a esos días cuando solo era un niño.

No le tenía rencor al hombre, había ayudado bastante a su madre cuando quedó sola, pero el hecho de haber vuelto a su casa en sueños, aun siendo a través de la inconsciencia, le hizo despertar con el corazón palpitante.

Louis se quedó viendo un rato el techo de la habitación que compartía con Harry en el barco, su chico descansaba boca abajo, usando un chaleco para no pasar frio con el viento que se colaba a través de las bisagras durante la noche. El día había comenzado, lo supo por como la luz del sol iluminó tenuemente el interior, lo que significaba que, en unas cuantas horas, todos estarían desembarcando en el apestoso puerto de Flamänn. Louis pasó su brazo sobre sus ojos, realmente incrédulo a creer que todo esto le estuviera pasando, que Harry desease reinar junto a él ¿acaso era siquiera posible? Se giró y se apoyó en su codo, la duda continuaría acechándolo hasta que la idea no se pusiera en marcha.

Cayó en cuenta en ese momento que no tenían un lugar donde pasar la noche una vez dejaran el barco. Los soldados de Erik seguramente estarían rondando en cada sector, incluso en el bosque, así que acampar entre los frondosos árboles quedaba descartado inmediatamente. Quedó viendo los rizos de Harry, como si en ellos pudiera encontrar la respuesta al pequeño problema que se les presentó, pero no encontró en ellos más que una ligera paz.

Los acarició, recordando el dolor que soportó durante toda su vida para ahora literalmente vivir con calidez en su interior. La conversación pasada en el despacho le supo a esperanza, pero con su experiencia, Louis decidió que no era buena idea aferrarse a ella. En cualquier momento todo se desplomaría, tal como estuvo sucediendo desde que él y Harry escaparon del castillo.

Vivía en un chiste constante, escapar del infierno para regresar a él una y otra y otra vez. Harry estaba loco si podían conseguir lo que para la gente era una atrocidad, ellos nunca podrían compartir una cama sin que fuera entre las penumbras de la noche.

Depositó un beso en su coronilla y lo abrazó por la cintura. Su chico siguió viviendo en la profundidad de la ensoñación a pesar de toda la maldad que los cubrió. Pensó en la oportunidad de ser mayordomo como Sebastian en el castillo, otro castigo infame que la vida quería que tuviera, el karma que se merecía por haber abandonado a Teresa en el laberinto. El dolor de su muerte muchas veces lo perseguía, y aunque no lloraba, la duda de si haber hecho las cosas distintas, como el haberla buscado, habría cambiado el rumbo de las cosas. Suspiró, cual fuera su final, esperaba que este terminase junto a la única cosa que le hacía sentir seguro y a salvo: Harry.

Se quedó viendo a la nada, repasando lo que se les venía encima ahora que ya se encontraban en Flamänn. Necesitaban un lugar en donde dormir, y ese no incluía el barco, Isak debía escapar ese mismo día antes de que los marineros y soldados le preguntasen a que había venido al puerto. Cerró los ojos, él conocía el lugar perfecto, pero el corazón le ardía de tan solo pensar que volvería a pisar aquellas viejas tablas, oler la avena con miel y sentir el calor de las velas sobre su cabeza.

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El mediodía llegó en menos de un pestañeo y el grupo por lejos pasó lo que se diría una buena noche. Mucha incertidumbre les estuvo carcomiendo por dentro, al punto de que Niall despertó casi sin uñas de tanto mordisquearlas. Habitaba una pesadumbre esa mañana, que no dejaba respirar a ninguno, tan solo faltaban horas, horas para ponerse en marcha y reencontrarse con Erik.

Mariposa (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora