Un sentimiento extraño se coló en el pecho de Harry parado ahí, en el umbral de su casa.No se atrevía a cruzar, por el simple miedo a ver lo que se negaba a aceptar. Se había autoconvencido de alguna manera en ese manicomio que todo de una u otra forma fue un mal sueño, y que ahora, todo volvería a ser como antes.
El césped de su casa estaba largo, acariciaba apenas un tercio de la puerta y paredes cada vez que se movía con el viento. Las ventanas yacían cerradas, todas cubiertas por las cortinas impidiendo ver dentro. Harry respiró hondo, percibiendo el característico aroma de su jardín.
Daría lo que fuera por retroceder el tiempo y volver a esos días donde todo iba bien, donde era un iluso creyendo que envejecería en esos prados con quién amaba. Quizás, podría haber tomado precauciones con esto, quizás, habría atacado a Erik de otra forma.
Pero un quizás ahora no le haría regresar al pasado.
Sintió la delicada mano de Astrid en su espalda. No faltó mirar, sabía muy bien que era ella, una chica que, al igual que él, estaba sola y harta de la crueldad del mundo.
—¿Quieres que entre por ti? —preguntó Astrid. Harry negó lentamente —¿Seguro?
—Si. Esto es... algo que debo hacer yo.
Miró sobre su hombro, los dedos rojizos de Astrid le dieron un pequeño apretón, el cual él devolvió con una breve sonrisa. Le agradecía todo lo que hasta ahora había arriesgado por él, pero este asunto era suyo. El chico que probablemente estaba al otro lado era su esposo y nadie más que a él le correspondía entrar.
Cuando volvió a mirar la puerta, su pecho punzó.
—Estas pálido.
Asintió mientras alzaba su mano y se afirmaba de la puerta para no caer.
—Quiero vomitar. —confesó con voz agarrotada. Y era cierto, un revoltijo de bilis amenazaba con quemar su garganta ante tantos recuerdos que bailaron frente a sus pupilas —. No estoy listo para esto.
—Nadie lo está.
Su cuerpo se tornó rígido cuando sus palabras de ánimo tintinearon en el silencio. Aun desconfiaba de ella, sus razones para huir no le habían bastado, pero suponía que, si hubiera querido atentar contra él, ya no existiría para debatírselo. Volvió a mirar la casa, al segundo piso y la chimenea. Todo el cúmulo de emociones le hicieron poner mala cara, le hicieron llenarse de enojo y frustración. Se giró hacia Astrid con lágrimas en los ojos.
—¡¿Qué sabes tú de no estar listo?! —exclamó con dolor —¡La persona que más amé en esta vida está ahí dentro! ¡Muerto! ¡Tal vez su cuerpo fue comido por las ratas! ¡¿Qué sabes tú de eso?!
Astrid parpadeó, su ceño se contrajo en confusión. Se cruzó de brazos y lo miró incrédula mientras se inclinaba a su rostro.
—Aunque no lo creas, sé mucho. No hui de ese burdel porque estaba aburrida.
Harry empuñó sus manos, respirando con pesadez. Había tanto en su pecho, que las palabras no eran suficientes, desparramar lágrimas tampoco.
—¿Por qué entonces? —preguntó, con la cabeza gacha mientras intentaba percibir el olor fétido a cuerpo descompuesto.
Astrid carraspeó.
—Por mi hermana. —En ese momento alzó la vista. Astrid lo observaba con ojos cristalinos —. Estaba agotada de ver la cara de hombres sin corazón. Ellos asesinaron a mi hermana menor, la destrozaron en ese mismo lugar y nadie hizo nada. No hicieron justicia por ser una mujer cumpliendo con su trabajo, por ser pobre. Y yo... yo ya no podía estar ahí o arrasaría con todos.
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Mariposa (ls)
FantasiCuando el príncipe Harry huye de Ribëia con Louis, su vida se torna oscura y despiadada. Creyendo que afuera encontraría libertad, la vida le muestra su cara más dura y las pesadillas que intentó dejar en aquel castillo regresan con más fuerza. Har...