Erik revolvía su té sentado frente al fuego y, de vez en cuando, una sonrisa asomaba traviesa en su rostro. Seguramente de satisfacción, porque tener a las dos personas que buscó durante tanto tiempo en una de las habitaciones del castillo, le hacía regocijarse en el acolchado asiento de su despacho.Dos de los nuevos sirvientes que contrató hace un tiempo lo observaban con cautela parados a unos pasos del escritorio, preguntándose para sí que era lo que el rey tramaba. No era común verlo tan animado, deslumbrando simpatía por doquier cuando apenas unas semanas atrás era peor que un ogro. Ambos chicos compartieron una mirada cuando Erik rio por lo bajo mientras untaba su pluma en tinta. Era un anticuado, pero nadie más que él sabía cuánto le gustaba a la gente del exterior encontrarse con una buena carta redactada a mano.
La punta de la pluma se deslizó fácilmente por el papel, dejando escurrir un dulce sonido al rasgar la superficie. Erik se había acomodado en su despacho apenas atendió a Delia de su resfriado que poco a poco se disipaba. Había enviado a buscar a Lord Liam para darle la estupenda noticia de que sus planes ya comenzaban a dar frutos por fin.
Redactó unas tres cartas para diferentes duques, luego hizo una pausa y bebió té mientras observaba el paisaje. La nieve poco a poco tomaba más grosor y empañaba tenue las ventanas. Era una de sus estaciones favoritas desde pequeño, aunque, por supuesto, todo debido a los bailes que su familia adoptó por tradición en el transcurrir de los años. Volvió a escribir, recodando cada uno de ellos hasta llegar al de un año atrás, la pluma se detuvo y los ojos de Erik se fijaron en el escritorio de color caoba. Su padre estuvo sentado ahí muchas veces, planeando el secuestro suyo, la muerte de Céline y, claro, el de Louis.
Fue inevitable no estremecerse. Algunas cicatrices se mantenían en su espalda ante los azotes recibidos para esas mismas fechas. Erik las evadía a toda costa frente al espejo, siendo la única persona que las vio y no les importó Laura, la chica que logró entibiar y embellecer un poco su moribunda vida, y que, al igual que Philip, la sentía vagar por los pasillos. Sus manos recordaban a la perfección sus latidos, los ahogados gemidos en busca de aire cuando le apretó la piel, se arrepentía a veces de haberla asesinado, pero como todo lo que ha hecho, no obtenía nada a cambio con lamentar algo que ya estaba hecho.
Tocaron la puerta, los sirvientes se enderezaron a la par mientras Erik carraspeaba y volvía a sus invitaciones. Un desinteresado "Adelante" salió de sus labios, el cual fue respondido cuando la puerta del despacho se abrió.
—Buenos días, mi rey, lord Liam lo espera en el salón real.
La sonrisa de Erik volvió a aparecer, turbia y maliciosa. El sirviente que esperaba en la puerta comenzó a incomodarse cuando no recibió instrucciones rápidamente.
—Excelente, dile que suba.
El sirviente asintió una vez y se retiró, un profundo silencio llenó la habitación, el cual se acabó cuando la pluma volvió a deslizarse por los papeles.
Al cabo de dos minutos Lord Liam se adentraba al despacho y, a cambio de Erik, él no mantenía ninguna expresión en su rostro más que la perdida de su familia que ya comenzaba a hacer justicia en su piel y cabello. Erik al verlo no disimuló su sorpresa y disgusto. Se levantó del asiento y observó a Liam de pies a cabeza, vestía de azul oscuro, su barba ya comenzaba a estar por debajo de su mentón y el cabello lo mantenía atado en una coleta.
—Buenos días... Lord Liam—saludó, Liam sonrió apenas —. Por favor, tome asiento, tengo muy buenas noticias hoy.
—Dudo que una buena noticia cambie mi ánimo.
Erik alzó sus cejas y tomó asiento, tal vez tuviera razón.
—¿Pasó mala noche? Si se puede saber.
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Mariposa (ls)
FantasiaCuando el príncipe Harry huye de Ribëia con Louis, su vida se torna oscura y despiadada. Creyendo que afuera encontraría libertad, la vida le muestra su cara más dura y las pesadillas que intentó dejar en aquel castillo regresan con más fuerza. Har...