X: La obsesión de Enzo

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LOUIS

Louis fue despertado por un estruendoso golpe en la primera planta del burdel en el que logró hospedarse en Ribëia después de varios días de estar deambulando por la ciudad. Los gritos de los clientes eran estridentes, desesperados, y varios objetos de cristal comenzaron a ser lanzados contra la pared. Intentó despabilar, pero no fue hasta que el agudo grito de una mujer tronó en sus tímpanos, que logró sentarse en la cama lentamente. Sin ganas abrió los ojos, frunciendo el ceño mientras intentaba comprender lo que sucedía.

Al pestañear notó sus ojos hinchados y el cuerpo rígido como piedra. Se había dormido con los músculos tensos sobre la cama, consiguiendo que la piel se le tornara tan fría como la de un muerto al no adentrarse bajo las sábanas. Los gritos continuaban, pero Louis solo se dignó a mirar a la ventana tras su espalda. El cielo estaba de un oscuro gris, el cual le recordó a la triste imagen de Harry que había tomado protagonismo de sus sueños esa misma noche. Llenándolo de un amargura asfixiante.

No era mentira para nadie, tampoco para él mismo, que lo había estado buscando durante los dos meses en que fueron atacados, y hasta ahora, el mayor error que había cometido fue llegar a Ribëia creyendo que aquel manicomio nombrado por el soldado se ubicaba en aquellas frías tierras.

Los gritos persistían, cada vez alzándose más barbaros. Muchas mujeres lloraban, y la cabeza de Louis pronto empezó a doler. No entendía que ocurría, a pesar de ya haber movido los dedos de sus pies, la cabeza no parecía querer responderle. Aquella situación se había vuelto común después de separarse de Harry, no lograba permanecer en la realidad mucho tiempo, su mente lo trasladaba sin su consentimiento a el pasado, imaginaciones peligrosas que rompían su alma. Lo poco que ahora podía comprender era que seguía en la habitación del burdel y que el sol apenas estaba asomando por la ventana sobre la cabecera de la cama.

Había estado durmiendo muy mal. Todas las noches tenía pesadillas, pesadillas en donde Harry era arrastrado en contra de su voluntad afuera de la casa, pesadillas en donde él no hacía nada, pesadillas que tristemente eran reales. Para Louis se le era imposible no creer que fue su culpa lo que ocurrió con los soldados. Y a pesar de haber hablado con Elov en el puerto cuando buscó con urgencia a alguien que lo dejara en Ribëia, el desliz de aquella vez siempre la cargaría él por no haber hecho nada después de matar al hombre. Empuñó las manos sobre sus muslos, con los ojos fijos en un pequeño hueco en la madera del suelo. La barba asomaba descuidada por sus mejillas, el cabello ya le rozaba los hombros, y el abrigo que logró conseguir apenas lo resguardaba del frío.

De repente, pisadas rápidas y retumbantes crujieron por la escalera del burdel. Louis alzó la cabeza cuando escuchó las puertas del pasillo ser forzadas, más gritos romper el silencio. Cada uno de los huéspedes se enojaron y cada una de las mujeres lloraron. Volvió a pestañear, mientras que su nombre se hacía oír por sobre los gritos para sacarlo del trance. Louis se levantó de un salto al caer en cuenta que la gente del pasillo eran soldados, y que aquellos lo buscaban a él. 

El corazón le dio un vuelco, y una fría corriente se deslizó desde sus pies y se depositó en su cabeza.

¡Louis Tomlinson! ¡Entréguenlo!

Pasó saliva al oír su propio nombre ser escupido con tanta repugnancia. En definitiva, el corazón se le detuvo en ese momento. Se calzó en sus botas y subió a la cama sin pensarlo dos veces para abrir la ventana, la única vía de escape que le quedaba para seguir vivo. Forcejeó tanto como pudo, pero el pedazo largo de cristal no parecía tener un lugar por donde abrirse.

Más gritos, más llanto, y más puertas fueron derribadas.

—Maldición. —susurró para sí, dejando ir un pequeño jadeo.

Mariposa (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora